Marcos 7, 31-37

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

Viernes 12

Lectura

Marcos 7, 31-37:

Jesús se marchó de la región de Tiro, y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Allí le presentaron un sordo, que, además, hablaba con dificultad y le pidieron que le impusiera las manos.
Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

 

REFLEXIÓN

La curación del sordomudo provocó reacciones muy buenas hacia Jesús por parte de los habitantes de Sidón: «Todo lo ha hecho bien, hace oir a los sordos y hablar a los mudos».

Jesús curó al enfermo con unos gestos muy característicos, imponiéndole las manos, tocándole con sus dedos y poniéndole un poco de saliva. Y con una palabra que pronunció mirando al cielo: «effetá», «ábrete». Así ha tratado a este sordomudo como a una persona: cada encuentro con Él ha sido un encuentro distinto, personal.

El episodio nos recuerda de modo especial el Bautismo, porque uno de sus signos es precisamente el rito en el que el sacerdote toca los oídos y la boca del bautizado y le dice: «El Señor Jesús te conceda escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre».

Un cristiano ha de tener abiertos los oídos para escuchar y los labios para hablar. Para escuchar a Dios y a los demás, sin hacerse el sordo ni a la Palabra salvadora ni a la comunicación con el prójimo. Pensemos un momento si también nosotros somos sordos cuando deberíamos oír. Y mudos cuando tendríamos que dirigir nuestra palabra. Y pidamos a Cristo Jesús que una vez más haga con nosotros el milagro del sordomudo.

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