El sufrimiento no está vacío de sentido

Ocupados, desocupados, preocupados y despreocupados lectores: que la luz que desciende de lo alto, y que brilla en las tinieblas hasta que despunte el lucero matinal que no conoce ocaso, ilumine su corazón como iluminó el del anciano Simeón y el de la piadosa Ana  para que demos  a conocer la inmensa misericordia que Dios tiene para con todos. Que la  tenga sobre todo para los queridos hermanos haitianos que han sido golpeados tan duramente por este sismo que sacudió este país caribeño, ya de por sí tan empobrecido. El dolor de ellos rebasa todo lo imaginable. Es difícil pensar cómo el ser humano puede ser sometido a tanto sufrimiento.  Quiera Dios ayudarlos en esta prueba tan dolorosa a ir poco a poco saliendo adelante, reconstruyendo el país y reconstruyendo sobre todo su desolado espíritu. Algo que se hizo notar palpablemente fue la solidaridad internacional. Todos los países y muchísimos particulares  no fueron remisos en venir en auxilio de los haitianos. A la mejor hasta ustedes pusieron un pesito. Ese pesito va a viajar por aire, por mar o  parte mar, parte aire, para socorrer tanta desolación.  “Hoy por ti, mañana por mí”. “El que por otros pide, por sí aboga”. Haitianos: no bajen la guardia, no desmayen. Con la ayuda de Dios van a salir adelante. Traten de restañar sus heridas. Enjuguen sus lágrimas. La vida es hermosa. El sufrimiento no está vacío de sentido. Ahora paso a comentarles lo siguiente. El pasado sábado 16  tal y como lo teníamos programado, llegaron, aunque a destiempo, estoy en ello de acuerdo, los reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltazar  a la Parroquia. Venían sus trajes típicos orientales y montaban camellos así de grandes.  Trajeron mucha felicidad a los pequeños. Les llenaron sus pancitas de espagueti y  pizzas con jugo. De postre unas ricas donas. Hubo piñatas, juegos muy divertidos y regalos para todos. Los peques de la Parroquia, unos 180 según cálculos de Giovani, el presidente del Grupo Juvenil, quien, dicho sea de paso, se portó a la altura de las circunstancias, al igual que el Grupo. Con decirles que las chicas tuvieron que hacerla de todo con los niños: servirles, darles de comer, llevarlos al baño, limpiarles las lágrimas ( y los mocos), cargarlos en brazos, curarles alguna herida.  El evento estuvo magníficamente organizado.  Merece un gran aplauso el Grupo Juvenil y su presidente. Por otra parte y ya que estamos “empachangados”, porque sin fiesta no se vive, este sábado 23 tocó el turno a los  grupos parroquiales. Lamenté muchísimo el no poder hacerme presente, por causa de fuerza mayor. Se trata de gente, calculamos cerca de 160, aunque no acudieron todos, que, de una u otra manera se relacionan con el trabajo de la Parroquia. Son algo así como los brazos largos, que nos permiten llegar a todos.  Son las famosas pastorales: profética, litúrgica, social, juvenil, de la salud, vocacional, familiar y otras. Nuestros laicos  son, disculpen la comparación,  como las paredes, los techos, las bancas, las luces, las campanas, las torres, los pisos de nuestra Parroquia, pero entendida esta como una comunidad de vida, de fe, de esperanza, de amor. Entonces, la Parroquia desea reconocer y agradecerles lo que ustedes hacen: ustedes son los monitores, lectores, acólitos, cantores,  catequistas, o simplemente miembros activos de algunos de los grupos: de Renovación, Juvenil, Anspac, UFCM, de Matrimonios,  Catequistas, Adolescentes, Monaguillos, MESE, Coros.  Ustedes merecen de la Parroquia eso y más, porque la quieren, la ayudan en las buenas y en las malas, la sostienen y la aman. O no?  La Parroquia cuenta con ustedes y ustedes  con ella. Ella estará aquí al pie del cañón,  acompañándolos,  ayudándoles a vivir su vida cristiana, sirviéndoles de buen grado.  Gracias por ser como son: entusiastas y activos.  Que Dios se digne bendecirlos.  

Monseñor Eduardo Ackerman Durazo

Parroquia Santa María Reina de la Paz

eduardoackerman@yahoo.com.mx

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