Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y en su casa
LECTIO
Evangelio: Mateo 13,54-58
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo y se puso a enseñarles en su sinagoga. La gente, admirada, decía: De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y los tenía escandalizados. Pero Jesús les dijo: -Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.
VERSOS PARA ORAR EN VERANO: Vacaciones con Dios
A orillas del mar
ORACIÓN CON EL CUERPO
Me desnudo.
Estreno una manera
de sentirme de sangre y no de ropas.
¿Cómo saber, si el frío los ataba,
la posible extensión de nuestros brazos?
Aquí me llama el mar hasta su boca,
y el hombre aquel que se tendía oscuro
desenreda su cuerpo y lo levanta
lento de asombro hacia la luz hermosa.
Hoy rezo con mi cuerpo, por mi cuerpo,
tan cercano de mí, tan fiel y amigo,
verdad a la que toco y que me toca.
DIOS Y EL MAR
Como nadando, abandonada
al agua gruesa del mar.
O mejor que si nadara: flotante
en ondas firmes, en ondas fuertes,
en la inmensa ola azul
que se juntara
con otra inmensa ola azul. Hasta los cielos.
Así, en tu mano.
Igual que en el mar, en la mano tuya:
abierta, infinita mano, ilimitada,
que sostiene mi cuerpo sin tensión…
Tú, el mar. El mar, Tú.
La ola, tu mano: la mano, tu ola.
Abandonándome a los dos, ciega
y sorda y vuestra. Con fe.
¡No hay peligro de ahogarse,
ni de morir sin alegría de que la muerte
no sea bellísima liberación
hacia Ti!
El misterio de la confianza
reside en nadar, en flotar, en abandonarse
plenamente a Ti,
sola y eternamente a Ti.
Al mar.
ORATIO
Te pedimos, oh Señor, que nos des unos ojos para ver tu presencia y tu acción salvífica dirigida a cada uno de nosotros en las realidades más comunes y ordinarias de la vida. Captar tu presencia en ciertos momentos extraordinarios de la vida no es demasiado difícil; es algo que se impone en cierto modo por sí mismo. Lo difícil es descubrirte en «el hijo del carpintero», en aquel a quien la vida nos ha acostumbrado y ya no nos llama la atención. Es una tarea difícil, pero también muy fecunda y gozosa para quien, en la fe, se confía a tu misterio.
Con tu ayuda, con el «colirio» que puedes aplicar a nuestros ojos «recuperaremos la vista» y podremos descubrirte hasta en las más pequeñas y acostumbradas cosas de la vida. Y entonces celebraremos una fiesta, como hicieron Jesús y nuestros hermanos y hermanas santos. Señor, danos un corazón sencillo y humilde que consiga captar tu paso en la brisa ligera, en el rostro de un pobre y de un niño, igual que en el cielo silencioso de una noche plena de estrellas y de tu presencia inconfundible y llena de paz.
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila