Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa…

SEMANA DE ORACIÓN POR MÉXICO

 

Evangelio: Lucas: 7: 1-10

 

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.  Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.  Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «Él merece que le hagas este favor,  porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga». Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;  por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo –que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes– cuando digo a uno: “Ve”, él va; y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “¡Tienes que hacer esto!”, él lo hace».  Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».  Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

 

ORATIO

 

Oh Padre, liberador poderoso y guía seguro de nuestra historia, concédenos a través del hombre Jesucristo, muerto y resucitado en rescate por todos, reconocer los signos de tu Palabra incluso en las condiciones a veces paganas de nuestra vida cotidiana y social. Haznos capaces de recibir tu visita, de experimentar y dar testimonio de la eficacia curadora de la Palabra de nuestro único Maestro y Señor. Haznos comprender que la eficacia de la Palabra de Cristo se debe a su obediencia a tu voluntad, porque tú y él sois «una sola cosa». Y que, curados cada día por la Palabra tuya y suya, podamos ser testigos gratos y alegres de aquella fe que hace «levantar al cielo manos limpias».

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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