Y Dios…. ¿qué opinará de mí?

Benévolos  lectores amigos: les extiendo un saludo cordial por este medio.  Les expreso mis mejores deseos de que todo en casa marche “a pedir de boca”.  Que sus vidas estén siempre colmadas de bendiciones. Les deseo que la cruz de cada día sea una cruz llevadera. “La cruz no pesa…. lo que cala son los filos”. Que cada mañana se echen al hombro  la cruz del deber, del trabajo, del servicio, de la familia y lo hagan con amor. Y que Jesús les ayude a cargarla. Que sea para ustedes como su “cireneo”. “Quien dice la gente que soy yo”?  interroga Jesús a sus discípulos. No sería mala idea la de que un día camináramos  por  la cuadra preguntando qué opinan de mí. Nos tacharían de locos. Habría diversas respuestas. No siempre la opinión de la gente coincide con la que tenemos de nosotros mismos. “Que digan misa” reza el refrán.  “Una vez terminado el juego, el rey y el peón regresan a la misma caja”.  En el reino de la fauna, los animales  tienen mecanismos para “apantallar” o “amedrentar” a sus rivales.  El sapo se inflará, el león sacudirá  su melena y rugirá con estruendo, el pavorreal extenderá su colorido plumaje,  el venado agitará su cornamenta, el pájaro entonará melodías.  Pues también entre los humanos acontece algo  similar. Quisiéramos levantar  los hombros y preguntar: “saben quién soy yo”?   En cierta ocasión llegó el Obispo a un poblado a confirmar. Estaba vestido de rojo, con su mitra, y su báculo. Al momento de la homilía  preguntó a los niños: “saben quién soy yo”? Un silencio corrió por todo el templo. Nadie se atrevía a contestar hasta que después de insistir sacudiendo su báculo, un niñito balbuceó: “el diablo”.  Un murmullo de reproche se escuchó en la asamblea. El niño había asociado la figura que tenía ante sí, con la del  diablo. En ocasiones Dios se encarga de ponernos en nuestro lugar. El lugar de Jesús fue la afrenta, la ignominia, el servicio y  la muerte.  Y Dios…. qué opinará de mí? Quién dirá que soy yo? ….. Por lo que toca al “mundial”, pues acabo de disfrutar  el triunfo de México contra los franceses. Los “chícharos” son muy sabrosos. Hasta nos regalaron un “penalty” que anotó el que tiene un apellido de color. Cuando la “selección” gana yo digo: “ganamos”. Y cuando pierde, yo digo: “perdieron”.  Sigue Uruguay.  Esto también por aquello de que “la derrota es huérfana”, y en cambio a la victoria “le sobra parentela”. Pobre Domenech. Debo decirles que por estos días, con más exactitud el  28 “descumplo” años. “Ya no me cueso al primer hervor”.   A mi edad  Miguel Cervantes ya había escrito el Quijote.  Beethoven todavía no componía su novena sinfonía.  Miguel Àngel no pintaba aún la capilla Sixtina, pero ya había hecho la “pietà”. Dante aún no escribía la Divina Comedia. Cristóbal Colón todavía no descubría América.  García Márquez ya había escrito los “Cien años de soledad”. El Papa Juan XXIII todavía no era Papa, pero  Juan Pablo II sí. “Viejos los cerros”…… “Vieja leña qué quemar, viejo libro qué leer, viejo vino qué beber, viejo amigo para hablar”. Cuántos millones de años tiene el sol y sigue alumbrando. Daré gracias a Dios por el don precioso de la vida que me regaló hace muchos ayeres.  Y a ustedes por honrarme con su amistad. Qué más puedo pedirle a la vida?  “Son pocas las cosas que deseo y aún aquellas que deseo las deseo muy poco”.  Quiera Dios dejarme todavía unos añitos. Mil gracias de antemano por sus oraciones y sus felicitaciones.  Que Dios me los bendiga.

Mons. Eduardo Ackerman

Parroquia Santa María Reina de la Paz

eduardoackerman@yahoo.com.mx

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