“Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”
A los sacerdotes, religiosos (as), fieles del Pueblo de Dios, hombres y mujeres de buena voluntad.
“Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14). Con estas palabras a una sola voz los ángeles cantaron a toda la creación el nacimiento del Salvador, y el corazón humilde de los pastores escucharon las maravillas de Dios. Es un canto que viene de lo alto y no se confunde con las fáciles inclinaciones de quienes aman el mundo.
“Paz, paz, cuan dulce paz”, reina en aquellos que obran con buena voluntad para construir un mundo más justo, más humano, para que la verdad, la libertad y la justicia que viene de lo alto iluminen las sombras de los que aun se encuentran apartados del bien para qué sean cada vez más auténticos seres humanos.
El misterio de Belén, es presencia de paz que el Señor ofrece a todo aquel que busca y hace el bien, ¿qué mas podemos esperar si no es esta paz anunciada en la Natividad de Jesús? ¿Quién más puede mostrarnos el rostro amoroso de Dios? Quién sino aquel por medio del cual todas las cosas vinieron a la existencia y puso su morada entre nosotros, Cristo Jesús Señor Nuestro.
Que la luz que proviene del Señor inunde nuestros corazones y nos una alegres al canto de los ángeles para dar gloria a Jesús Hijo de Dios, nacido de Santa María Virgen que vino a rescatar nuestra dignidad humana e iluminar nuestro caminar.
¡Feliz Navidad y Esperanzador Año Nuevo!
Con mi bendición apostólica.
+Rafael Romo Muñoz
Arzobispo de Tijuana.