I Encuentro Nacional de Responsables Diocesanos de Pastoral de la Vida: “Integrar un camino común”

Pastoral para la Comunicación. –En comunicado enviado por el Equipo Nacional de Animación de la Pastoral de la Vida, está organizado el 1er. Encuentro Nacional de Responsables Diocesanos de Pastoral de la Vida bajo el lema es: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn.10,10). Quiero pedirle, como su hermano en el episcopado, anime a participar al responsable de esta pastoral en su Diócesis juntamente con un laico de su equipo. Los generales del encuentro son los siguientes:

Objetivo: “Integrar un camino común de la Pastoral de la Vida para establecer criterios y estrategias que favorezcan la protección y defensa de la vida y la dignidad humana a la luz de la Sagrada Escritura, del Magisterio de la Iglesia y del Proyecto Global de Pastoral de la CEM”.

Lugar: Casa Lago, Sede de la CEM.

Fecha: 10, 11 y 12 de marzo del 2020.

Link de inscripción: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSebDxlOQnixhCgm3Y4x4cv-JK8aOgQUhSQ9S1ACd2Oo6aVRjw/viewform

+ Jesús José́ Herrera Quiñonez
Obispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.
y Responsable de la Dimensión Episcopal para la Vida.

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En este rubro el 25 de marzo del año pasado los Obispo de México en un Comunicado al Pueblo de Dios enunciaban el actual momento que atraviesa el camino de la comunidad social indicando lo siguiente: “La realidad socio-política en la que nos encontramos es compleja y deja ver claroscuros. Por un lado, signos de esperanza y de vida; por otro, manifestaciones de violencia y muerte que cambian la percepción que tenemos sobre nosotros mismos, sobre nuestras relaciones interpersonales y nuestro entorno, modificando valores y comportamientos, impactando en las tradiciones y en la identidad de los pueblos generando esta cultura del descarte, que el Papa Francisco la calificó como una cultura que ve al ser humano como un bien de consumo, como algo que puede ser usado y que, cuando no sirve, se tira (cf. Evangelii Gaudium53).

La sociedad actual, bañada en un tinte de posmodernismo, abandera, superficial y falazmente, el estandarte del progresismo. Culturalmente pareciera que el inmanentismo y el subjetivismo, cimentados en una mentalidad relativista, absolutizan la fugacidad del tiempo presente convirtiendo al hombre actual, en un hombre superficial, esclavo del momento, carente de compromisos trascendentes y de razonamientos profundos. La radicalización del relativismo se ha convertido en el nuevo totalitarismo buscando acallar los dictados de la razón y justificando hasta lo más absurdo. Esto ha generado un sinfín de eufemismos que conducen al adormecimiento colectivo de las conciencias, permitiendo así, justificar prácticamente cualquier cosa, incluso aquellas que atentan contra la dignidad y los derechos fundamentales de toda persona, creando así esta cultura del descarte.

Como Obispos y pastores de la Iglesia en México, somos conscientes del valor de la vida humana, de toda vida humana. El Señor Jesús ha dicho: «Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia» (Jn. 10,10). La cultura de la muerte, que busca permear a toda la sociedad, nos presenta una visión pobre y reduccionista de la persona humana, de su dignidad y de sus derechos fundamentales; una visión que termina destruyendo la vida de los más indefensos, de los más vulnerables, no importa la etapa de desarrollo en la que se encuentren. ¿Dónde quedó nuestra humanidad?, esa humanidad que se preocupa y cuida de los suyos, más cuando se encuentran en un estado de mayor fragilidad…”

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