El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así se conservan los dos.
Sábado 13a semana del Tiempo ordinario
LECTIO
Evangelio: Mateo 9,14-17
En aquel tiempo se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: ¿Es que pueden estar tristes los amigos del novio mientras él está con ellos? Llegará un día en que les quitarán al novio; entonces ayunarán. Nadie pone un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo, porque lo añadido tirará del vestido y el rasgón se hará mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y se pierden los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así se conservan los dos.
ORATIO
Oh Señor, enséñanos el ayuno festivo, muéstranos la alegría en el luto, guíanos a la vida a través de la muerte. Oh Dios, si con la pasión de tu Hijo asumiste todo nuestro sufrimiento, si en la resurrección de Jesús rescataste todo nuestro morir, condúcenos a cada uno de tus hijos al encuentro con el Esposo, que está siempre presente en su Iglesia, templo de su Espíritu y esposa de aquel que es ayer, hoy y siempre. Te lo pedimos sin descanso: «¡Ven siempre, Señor!».
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Ven de noche, pero en nuestro corazón siempre es de noche: por tanto, ven siempre, Señor. Ven en silencio, nosotros no sabemos ya qué decirte: por tanto, ven siempre, Señor. Ven en soledad, pero cada uno de nosotros se encuentra cada vez más solo: por tanto, ven siempre, Señor.
Ven, hijo de la paz, nosotros ignoramos qué es la paz: por tanto, ven siempre, Señor. Ven a liberarnos, nosotros seguimos siendo cada vez más esclavos: por tanto, ven siempre, Señor. Ven a consolarnos, nosotros estamos cada vez más tristes: por tanto, ven siempre, Señor. Ven a buscarnos, nosotros andamos cada vez más perdidos: por tanto, ven siempre, Señor. Ven, ya que nos amas, nadie está en comunión con su hermano si antes no lo está contigo, Señor. Todos estamos lejos, perdidos, no sabemos quiénes somos, ni qué querernos: ven, Señor.
Ven siempre, Señor. (D. M. Turoldo, «Lungo i fiume…». I Salmi, Cinisello B 1987, p. 7).
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila