Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre; venga tu Reino

Miércoles     

Evangelio: Lucas 11,1-4

Un día, estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus dis­cípulos. Jesús les dijo: -Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre; venga tu Reino; danos cada día el pan que necesitamos; perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en la tentación.

 

ORATIO

Oh mi Señor, tú eres bueno y paciente, lento a la ira y misericordioso: hoy te pido que me infundas tu Espí­ritu, para que yo pueda tener un corazón semejante al tuyo y aprenda a obrar y a orar según el ejemplo que nos has dado en tu hijo, Jesús.

Sabes que yo también caigo con frecuencia en el error, pero no me condenas, no dejas que, sea presa de la tentación. Cada vez me das el perdón. Perdona mis pecados, para que yo pueda hacer lo mismo con mis hermanos, aun cuando eso signifique humillarme ante ellos, demoler el muro de mi orgullo, arriesgarme a sen­tirme rechazado por ellos.

Ayúdame a tener un corazón humilde, que no sólo sepa ser misericordioso, sino que no juzgue ni condene a ninguno de los que se equivocan. Rompe mis de­fensas, desgarra los diafragmas que ofuscan la luz que viene de ti, haz resonar en mi oído interior la fascina­ción de tu voz. Concédeme un corazón tan grande que no se canse nunca de suplicarte por tus hijos que se equivocan y, sobre todo, de alabarte, bendecirte y agra­decerte la ilimitada misericordia que muestras a todos, indistintamente.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

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