¿Quiénes deberían entrar en el Seminario?

Pastoral para la Comunicación.-Los jóvenes que reflexionan sobre la posibilidad de entrar en el seminario a menudo reciben la misma pregunta de familiares y amigos: “¿Estás cien por ciento seguro de que tu vocación es ser sacerdote?”. Muchos jóvenes batallan con esta duda durante años y es probable que nunca lleguen a estudiar en el seminario porque no están absolutamente seguros de si Dios les llama a esta vocación, mencionan los expertos en el tema vocacional.

Para otros,  el seminario no debería ser considerado como una “fábrica de sacerdotes” donde los jóvenes entran sin ninguna especie de dudas o miedos y terminan convirtiéndose mágicamente en sacerdotes al final de su estancia. Es cierto que los chicos deben entran en el seminario para hacerse sacerdotes, pero la formación humana, intelectual y espiritual que reciben en el seminario les beneficiará para cualquier vocación a la que Dios les llame.

Como menciona uno de los chicos que pudo vivir un proceso de formación dentro del Seminario: “de hecho, yo diría que la mayoría de los jóvenes debería entrar en el seminario, en especial si comparamos la formación que reciben ahí con el tipo de formación que reciben cuando asisten a una universidad privada o secular”. Otros consideran que “nuestra sociedad tiene  necesidad de jóvenes capacitados para un liderazgo espiritual y el seminario les puede ofrecer la formación necesaria para ello, aunque la mayoría de hombres no terminen siendo sacerdotes”.

Como menciona uno de los jóvenes: “…para ser sincero, si no hubiera ido al seminario no sé qué estaría haciendo ahora…” Es desafiante la forma en que un seminario puede convertir a un chico en un hombre, darle las herramientas necesarias para permanecer fuerte frente a cualquier desafío.

En definitiva, los chicos que comparten su experiencia la recomiendan a cualquier joven que se esté planteando su vocación al sacerdocio que dé un salto de fe y entre en el seminario. Al entrar no “firmas un contrato” irrevocable para ser sacerdote, sino que realizas un esfuerzo deliberado para discernir la llamada de Dios en un entorno de oración y fraternidad.

 

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