Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos

Jueves de Corpus. Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo

Evangelio: Marcos 12,28-34

El primer día de la fiesta en que se comen los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el Cordero Pascual, sus discípulos le dijeron: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la Cena de la Pascua?»

Entonces Jesús mandó a dos de sus discípulos y les dijo: «Vayan a la ciudad, y les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre y digan al dueño: El Maestro dice: ¿Dónde está mi pieza, en que podré comer la Pascua con mis discípulos?  Él les mostrará en el piso superior una pieza grande, amueblada y ya lista. Preparen todo para nosotros.» Los discípulos se fueron, entraron en la ciudad, encontraron las cosas tal como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomen, esto es mi cuerpo.»  Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella.  Y les dijo: «Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos.  En verdad les digo que no volveré a probar el fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»

Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos.

 

ORATIO

 

Dios del amor, tú eres el Señor y el Maestro, sólo tú tienes las palabras de la vida y puedes revelar al hombre su verdad y su dignidad. Todos quisiéramos saber qué es importante en la vida, para no correr en vano; y si te preguntamos es porque tú eres amor y sólo el amor conoce la verdad y no se la guarda para sí. Concédenos comprender también que la grandeza del hombre está en el amor: en la certeza de ser amado desde siempre por el Señor del cielo y de la tierra y en la certeza de poder amar al mismo Creador junto con sus criaturas. En esto consiste la grandeza humana, y es humana y divina a la vez; es mandamiento, pero antes es don; es reposo y felicidad para el alma, pero también lucha contra el egoísmo y la desesperación; es la verdad de donde nace la libertad, la libertad de depender en todo de aquél a quien amamos y a quien estamos llamados a amar; por consiguiente, de ti, que eres el amor. Concédeme, Padre, esta libertad: la libertad de entregarte mi vida, para que tú la conviertas en un evangelio, historia y providencia de amor para muchos hermanos; la libertad de amarte a ti y a todos con el corazón del Hijo, hasta la cruz.

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

También te podría gustar...