Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante

Lunes de la cuarta semana de pascua

Evangelio: Juan 10,1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús, les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

 

ORATIO

También yo me encuentro, Señor, no pocas veces, entre los que no desean ser guiados demasiado por ti. Sin embargo, es entonces cuando me dejo guiar por este mundo. Queriendo huir de tu rebaño, me agrego al reba­ño que camina sin meta y sin esperanza. O bien, sin pre­ocuparme por lo que pasará mañana, prefiriendo vivir mi jornada con mis opiniones, que son después las de la ma­yoría que vagan por senderos que no llevan a ninguna parte. Veo que estoy terriblemente condicionado por el pensamiento de mi ambiente, que me resulta difícil salir del rebaño de quien vive su propia vida tranquilamente.

Te pido, Señor, que me ilumines para que pueda com­prender que tú eres la luz, el guía, el camino. E ilumína­me también para que comprenda que entrar en tu reba­ño no supone conducir mi cerebro al montón, sino ponerlo en los senderos de la vida, unos senderos que sólo tú conoces, porque has bajado del cielo para indi­carnos el camino que lleva al cielo. Especialmente en los días serenos, cuando las luces de este mundo brillan y nos atraen, ilumina mi corazón para que no me pierda, sino que te sienta como pastor dulce y guía digno de confianza.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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