Él debe ser cada vez más importante; yo, en cambio, menos.
Sábado 8 de enero
LECTIO
Evangelio: Juan 3,22-30
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a la región de Judea. Estuvo allí algún tiempo con ellos y bautizaba. Juan estaba también bautizando en Ainón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua. Y la gente acudía a bautizarse. Esto ocurrió antes de que Juan fuese encarcelado. Algunos de los discípulos de Juan discutieron con unos judíos acerca del rito de purificación. Se acercaron a Juan y le dijeron: -Maestro, aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú nos diste testimonio, está ahora bautizando y todos se van tras él.Juan respondió: -El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado. Vosotros mismos sois testigos de lo que yo dije entonces: «Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado como su precursor». La esposa pertenece al esposo. El amigo del esposo, que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho al oír la voz del esposo, por eso mi alegría se ha hecho plena. Él debe ser cada vez más importante; yo, en cambio, menos.
ORATIO
Señor Dios nuestro, tú sabes bien que cuando estamos en tu presencia no nos es fácil tutearte, aunque nos hayas hecho tus hijos y seas nuestro Padre. ¡Cómo querríamos que nuestra oración fuese filial y confiada, como la de Jesús cuando estaba entre nosotros! Necesitamos que el Espíritu nos enseñe a orar porque él es la fuente de unidad y de paz que nos introduce en tu misterio trinitario. Sabemos que la oración en esta perspectiva es escuela de diálogo y de comunión. El Espíritu es novedad, apertura y esperanza: y quien ora en el Espíritu es ciertamente fiel, innovador y creador de profecía. En el Espíritu uno se hace profeta sin saberlo. La profecía es obra del Espíritu, aunque a duras penas nos damos cuenta de ello. San Pablo nos recuerda que el Espíritu Santo suscita la oración en nuestro corazón de dos maneras: gritando en nosotros ¡Abba, Padre y provocando en nosotros gemidos inefables. Dos experiencias que nos abren dos caminos: el de la "palabra" que expresa el misterio y el del "silencio" que del estupor contemplativo. Señor, ayúdanos a leer los grandes acontecimientos de la historia que estamos viviendo y los de este nuevo milenio, del que somos protagonistas. Está surgiendo una nueva época de la historia, que será la época del Espíritu. Señor, haznos familiares al Espíritu y dóciles intérpretes de sus iniciativas.
Mons. Salvador Cisneros G.
Parroquia Santa Teresa de Ávila