Los virus litúrgicos
“Pues yo reconozco el mérito de estar todos los días dale y dale con el machetito de palo, para lograr convencer hoy a uno, mañana a otro, hasta conseguir ganar la Parroquia para Dios” (Alejandro Ramírez a José R. Núñez). “No hay que buscar en la misión, solo la plenitud del vaso que retiene y no da, tampoco la del canal que da y no retiene sino la de la fuente que retiene y da” (Alberto Magno). “Fides quaerens intellectum” (la fe que requiere y busca el sustento de la inteligencia). “Árbol de Dios, pide que te haga roble, duro e impenetrable al hacha de la adulación y el soborno, pero con tu frente en las ramas a la hora de la cosecha”(B. M. Lozano periodista)
Los virus litúrgicos
“La celebración de la Misa, como acción de Cristo y del pueblo de Dios, ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia universal y local, y para todos los fieles individualmente, ya que en ella se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mudo, y el culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios”. “La liturgia es, por consiguiente, el lugar privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con quien él envió, Jesucristo”. “Toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, y este encuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y de palabras”. Lo anterior son algunos textos en torno a lo que es la eucaristía y a la importancia de la liturgia. Sin embargo, vemos que la realidad es otra. Vayamos a la praxis.
En las celebraciones se producen determinadas anomalías, patologías o enfermedades que afectan a nuestras comunidades. El diagnóstico es preocupante. El pronóstico ha de ser reservado. Y el remedio o la cura ha de ser a largo plazo. Requiere un tratamiento especial, una cirugía mayor, cuidados intensivos. No paliativos. Sabe usted lo que es la “afasia” o “paraplejia” litúrgica? Es una especie de bloqueo generalizado que abarca todo el organismo. Ataca de manera especial a la foniatría, a los órganos de la fonación pues, a la voz. La laringe se afecta, las cuerdas bucales ni se diga, la lengua como que se paraliza, la faringe se resiente. Se da una especie de atrofia muscular, una parálisis. Esta atrofia es más aguda cuando se requiere responder los diálogos de la misa que se reservan al pueblo, a la comunidad. Y se acentúan si se trata de cantar. Se apodera de la gente una especie de “humildad litúrgica”, de sentimiento de indignidad. Se viene a la mente lo de “calladito se ve más bonito”. Este bloqueo se apodera de las personas en cuanto franquean el atrio del templo. Con decir que hasta decir “amen” supone un dolor intenso. Hay que decir que este malestar se agudiza en los bautizos, funerales, bodas, o quinceaños. Es como si al abrir la boca, el techo se derrumbara. Hay que anotar que esta situación cambia drásticamente cuando se toma un cafecito con los amigos, o hasta con una cervecita. El malestar mencionado está relacionado con la “adelantefobia” que se inspira en la parábola del publicano y el fariseo. Entre más lejos mejor. No vaya a ser que le pregunten. Es un miedo, casi terror a colocarse en las primeras bancas. Esta atrofia, hay que decirlo, se termina en caso incendio, alarma, evacuación de emergencia, ruta de escape o ganas de ir al baño. Y también relacionado con los anteriores se da un cuadro similar en cuanto se trata de ir a misa. Los malestares acuden en cascada: dolor de estómago, de piernas, de espalda, de garganta, de cabeza, sordera. O pueden surgir deseos desconocidos antes, de hacer algo inédito: regar las plantas, barrer, limpiar el carro, dar de comer a los perros, cuidar la casa. Algo así como una “tardelogía”. No se diga cuando hay futbol. Hay que llegar lo más tarde posible. Al cabo basta llegar al evangelio. No sucede lo mismo para ir al cine o al estadio o a la revisión vehicular. Es un virus muy frecuente en las comunidades. Hay que caminar despacito, manejar como nunca, hacer tiempo. Algo así como cuando un equipo va ganando. Hace tiempo. De eso se trata. La salida será de estampida, pero la llegada ha de ser “ralentata”. Hasta aquí hemos comentado virus que atacan a las comunidades. Hay otra serie de virus que atacan, no ya a los asistentes o fieles, sino a los servidores. Y no escapa ninguno: los monaguillos, los lectores, los colectores, los monitores, los cantores, los sacristanes, los coros y claro, no escapan los celebrantes. Habrá oportunidad de repasarlos. Ahí podremos ver desfiles de modas o exhibición de rostros amodorrados, cortes de pelo estilo punk, cabellos verdes, manos y uñas de mecánicos, lecturas a mil por hora, chillidos de bocinas o micrófonos, carreras de obstáculos, cantos desentonados, voces aguardientosas, guitarras desafinadas, sermones amenazantes y mucho más. No se los pierda.
Mons. Eduardo Ackerman D.
Párroco de Santa María Reina de la Paz
Y Director del Semanario Presencia