Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo…
Jueves 19 de marzo: fiesta de san José, el esposo de santa María
Lectura
Evangelio según San Mateo 1, 16-24.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.
REFLEXIÓN
Ya quedan pocos días para la Pascua. Pero no somos nosotros los protagonistas de lo que quiere ser esta Pascua. No somos nosotros los que le dedicamos a Dios este tiempo y nuestros esfuerzos. Es él quien tiene planes. Es él quien quiere llevar a cabo algo nuevo. Es Dios quien desea que esta próxima Pascua sea una verdadera primavera para nosotros, incorporándonos a su Hijo. Porque «el que está en Cristo es una nueva creación: pasó lo viejo, todo es nuevo» (2 Co 5, l 7).
A los que en el Bautismo fuimos sumergidos en la nueva existencia de Cristo -ese sacramento fue una nueva creación para cada uno- Jesús nos quiere renovar en esta Pascua.
En la noche de Pascua escucharemos el relato poético de la primera creación y también el de la nueva creación, la resurrección de Cristo. Ambas se nos aplican a nosotros en un sacramento que estará esa noche muy especialmente presente en nuestra celebración: el Bautismo.
ORATIO
Señor, esplendor de la gloria del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos buscado la gloria humana vanamente: lo único que sacamos es hacernos más duros de corazón, sin saber dar un sentido a las cosas, a los acontecimientos. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres transparencia del rostro del Dios-humildad.
Jesús, testigo fiel y veraz del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos rechazado las exigencias de tu Palabra y hemos preferido seguir los ídolos del mundo, viviendo una "espiritualidad de compromiso": ilusiones falaces que apagan el amor interior. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que nos permites oír la voz del Dios-verdad.
Cristo, Hijo obediente enviado por el Padre, ten piedad de nosotros. Hemos olvidado las Escrituras, que nos cuentan la pasión que sufriste por nosotros; hemos apartado la mirada de quien todavía vive la pasión en el cuerpo o en el corazón; intercede por nosotros, pecadores, tú, inocente Cordero de Dios. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres la presencia encarnada del Dios-misericordia.
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila