CUÁNTO AMA DIOS A LOS JÓVENES
Cuautitlán Izcalli, Edo. de México,
17 de abril de 2015
CEM B. 179 / 2015
CUÁNTO AMA DIOS A LOS JÓVENES
Al volver a escucharles y sentirles, se revitaliza nuestra fascinación por Cristo. En ustedes queridos adolescentes y jóvenes, se renueva también el corazón de México.
Comenzamos con gozo y esperanza nuestra 99 Asamblea Plenaria. Aquí hemos escuchado de sus alegrías y esperanzas, pero también de sus tristezas, frustraciones y dolores.
Jóvenes, sabemos que han estado en oración por nosotros y nosotros hemos rezado y pensado mucho en ustedes.
Llegó el tiempo en que los Obispos de México, escuchando la voz de los jóvenes, decidimos caminar junto con ustedes en la construcción de una nueva cultura, la del Amor. ¡ES LA HORA DE LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES!
En esta experiencia reafirmamos la convicción del amor que Dios les tiene a ustedes y a nosotros al darnos la oportunidad de poderles acompañar y servir. Nos inspira la vivencia de Moisés, ante la zarza ardiendo: un fuego que arde y no se apaga. Queremos dejarnos guiar por la Voluntad de Dios, quitándonos las sandalias delante de la zarza ardiente, que nos envía a ustedes. Nos acercamos con mucho respeto, pues reconocemos que son “tierra sagrada” y lugar desde donde Dios nos habla.
Jóvenes: ¡Nunca caminemos sin Dios! ¡Acerquémonos a ÉL!, aprendamos de Jesús, que tanto confía en ustedes por esa fuerza renovadora que hay en sus personas y que la Iglesia y la sociedad ven como una promesa de florecimiento de la vida y vida en abundancia. Queremos estar muy cerca y manifestarles que están en nuestro corazón.
Les ofrecemos estos pensamientos: “Sólo nos puede salvar una persona: CRISTO. Porque sin él no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro. (Benedicto XVI).
“No entierren sus talentos, no tengan miedo de soñar cosas GRANDES” (Papa Francisco).
Esperamos su respuesta valiente al llamado de Cristo y necesitamos su colaboración para la evangelización de los jóvenes en los distintos espacios donde ustedes se encuentran.
Los ponemos en el corazón de María, nuestra Madre y Señora de Guadalupe, que tanto nos ama.
Los Obispos de México