Yo soy el camino, la verdad y la vida

Viernes de la cuarta semana de pascua

LECTIO

Evangelio: Juan 14,1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así, ya os lo habría dicho; ahora voy a prepararas ese lugar. Una vez que me haya ido y os haya preparado el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar donde voy a estar yo. Vosotros ya sabéis el camino para ir adonde yo voy. Tomás replicó: Pero, Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le respondió: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí. 

 

MEDITATIO

Jesús también me dice a mí hoy: «No te inquietes». Tú sabías, Señor, que también había de llegar para mí el momento de la inquietud y la turbación. Para mí y para tantos otros como yo. ¿Cómo es posible que haya tantos odios y venganzas? ¿Tanta corrupción e indiferencia? ¿Tanta hambre de dinero y de poder? ¿Tanta violencia y tanta prepotencia? Fíjate cómo nuestras ciudades se han vuelto semejantes a Sodoma y Gomorra: ¿cómo es posible no sentirse inquieto?Jesús responde a mi inquietud asegurándome que «también hay un lugar para mí» allí donde está él, un lugar preparado para quien, a pesar de la inquietud, persevera con él en las pruebas y en la tormenta. Y es que, en definitiva, también en el siglo XXI, sigue siendo él el camino, la verdad y la vida: con él es como podemos y debemos atravesar los ciclones de la avidez y de la sensualidad sin límites y los vientos gélidos de la injusticia y del cinismo.Todas las fuerzas que nos desvían, todas las tendencias arrolladoras que nos exigen estar firmemente aferrados a él.¿Quieren llevarte por otros caminos? Acuérdate de que él es el camino. ¿Quieren indicarte soluciones más adelantadas, más dignas del nuevo milenio? Acuérdate de que él es la verdad. ¿Quieren enseñarte cómo vivir de un modo más intenso y libre? Acuérdate de que él es la vida. Acuérdate de que con él puedes iniciar una reconstrucción no ilusoria, aunque no fácil. 

 

ORATIO

Sostén, Señor, mi corazón vacilante; tú mismo ves lo difícil que es no quedar preso del asombro en este mundo que parece haber olvidado incluso que has venido a nosotros. Tú mismo estás viendo cómo estamos destruyendo, en unos pocos decenios, un patrimonio espiritual acumulado durante siglos mediante un tenaz trabajo misionero y pastoral. Tú mismo estás viendo cómo envejecen tus fieles, sin que lleguen demasiados refuerzos, cómo disminuye la práctica religiosa y el número de vocaciones, cómo se disgrega la familia, cómo son considerados tus fieles con cierta suficiencia.Sostén, Señor, mi fe vacilante, porque no quiero abandonarte a ti, que eres todo para mí. Sostén esta débil esperanza mía, que quisiera ver el nuevo milenio ilumina' do por tu verdad. Sostén la cada vez menos vívida llama del amor por mis hermanos, a los que quisiera hacer el supremo regalo de dar testimonio de ti como el único que pone en contacto con el Dios vivo y verdadero.Haz que las palabras que dijiste a Tomás venzan todo mi desánimo y triunfen sobre mi debilidad. Porque estoy seguro de que eres tú quien tiene la última palabra: «A ti, Señor; me acojo; no quede yo avergonzado para siempre» (cf. Sal 71,1). 

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila 

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