Ámense mutuamente
Les doy un mandamiento nuevo: Amanse unos a otros. ” (Jn. 13,34). Jesús dirige estas palabras a los suyos para mostrarles el único camino que lleva a la vida. Les manda amarse no para que sean más buenos, sino para que sean humanos plenamente.Es un mandamiento “nuevo” porque representa la síntesis de la nueva alianza fundada en el amor de Jesús por la humanidad; porque reproduce el amor de Jesús que “ha amado a los suyos hasta el extremo” y es signo y anticipación de los nuevos cielos y la nueva tierra, meta de toda la humanidad.Es un amor “recíproco” (“los unos a los otros”) que desencadena un dinamismo de vida y de comunión por medio del cual ninguno es superior a otro y todos tienen necesidad del amor del otro.Es un amor “a la medida de Cristo”, en el cual se supera el ideal de “amar al prójimo como a sí mismo”. Jesús invita a amarnos “como yo os he amado”, es decir, con la misma intensidad y totalidad de donación de Cristo, el Hijo de Dios. La partícula griega como, sin embargo, no sólo indica comparación (“como yo os he amado”), sino también consecuencia, por lo que la frase se puede también traducir: “porque yo os he amado”. El amor cristiano no sólo es modelado a ejemplo del amor de Jesús, sino que es precedido y animado por el amor de Jesús, fuente inagotable del amor fraterno. Santa Teresita del Niño Jesús decía: “Sí, lo sé. Cuando soy caritativa, es únicamente Jesús que actúa en mí. Cuanto más unida estoy a él, más amo a todas mis hermanas”.Es un amor que “nos identifica ante el mundo”. El amor es nuestra mejor identificación como miembros de la comunidad de Jesús y el testimonio más vivo y eficaz del paso del Hijo de Dios en medio de nosotros.
Monseñor Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila