Audiencia del Santo Padre a los participantes en la primera Asamblea Plenaria de la Secretaría para la Comunicación

Esta mañana, a las 10.00,  en la  Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia  a los participantes en la primera  Asamblea Plenaria de la Secretaría para la Comunicación, que tiene lugar en  el  Vaticano del 3 al 5 de mayo de 2017.

            Publicamos  a continuación el discurso que el Papa pronuncia durante el encuentro

Discurso del Santo Padre

Señores cardenales,
Queridos hermanos y hermanas:

Estoy muy contento de recibiros con motivo de la Primera Asamblea Plenaria de la Secretaría para  la Comunicación,  durante la cual os estáis esforzando en profundizar en el conocimiento mutuo y en examinar los pasos que ha dado hasta ahora  el Dicasterio que he querido para un  nuevo sistema de comunicación de la Santa Sede, así como en reflexionar sobre un tema tan actual y sugestivo como el de la cultura digital.

Doy gracias al Prefecto Monseñor Viganò por su introducción y deseo expresarle  mi agradecimiento, así como a todos vosotros, aquí presentes, al igual que a  aquellos que han contribuido de diversas maneras en la preparación de los trabajos de estos días.

El tema de la plenaria es uno de los que más me interesan;  lo he abordado ya en varias ocasiones. Se trata de  estudiar nuevos criterios y modalidades de comunicar  el Evangelio de la misericordia a todas las gentes, en el corazón de las diferentes culturas, a través de los medios de comunicación que el nuevo contexto cultural digital pone a disposición de nuestros contemporáneos.

Este Dicasterio, que cumplirá dos años el próximo  27 de junio, -dos velas- se presenta en plena reforma. Y no debemos tener miedo de esta palabra. Reforma no es “blanquear” un poco las cosas: reforma es dar otra forma a las cosas, organizarlas de otra manera. Y se debe hacer con inteligencia, con mansedumbre, pero también, también –permitidme la palabra- con un poco de “violencia”, pero buena, violencia buena, para reformar las cosas.  Está en plena reforma desde el momento en  que es una nueva realidad que está dando ya pasos irreversibles. Efectivamente, en  este caso, no se trata de una coordinación o de una fusión de los dicasterios precedentes, sino de construir una institución, verdadera y propia, ex novo, como he escrito en el Motu proprio que la instituía: ” El contexto actual de la comunicación, caracterizado por la presencia y el desarrollo de los medios digitales y por los factores de convergencia e interactividad, requiere un replanteamiento del sistema de información de la Santa Sede y una reorganización que, valorando lo realizado en la historia del ámbito de la comunicación de la Sede apostólica, proceda con firmeza hacia una integración y gestión unitaria. Por tales motivos, -proseguía- he considerado que todas las realidades, que, de diversas formas hasta hoy se han ocupado de la comunicación, se agrupen en un nuevo dicasterio de la Curia romana, que se denominará Secretaría para la comunicación. De este modo, el sistema de comunicación de la Santa Sede responderá cada vez mejor a las exigencias de la misión de la Iglesia”.

Este nuevo sistema de comunicación  nace de la necesidad de la llamada “convergencia digital”. De hecho, en el pasado, cada modalidad de comunicación tenía sus propios canales. Cada forma de expresión tenía su propio medium: las palabras escritas, el periódico o los libros, las imágenes fotográficas  y  en movimiento, el cine y la televisión,  las palabras habladas y la música, la radio y los  CD. Todas estas formas de comunicación hoy en día son transmitidas con un código único que se sirve del sistema binario. En este marco, por lo tanto, “L’Osservatore Romano”, que a partir del próximo año pasará a formar parte del nuevo dicasterio, tendrá que encontrar un modo, nuevo y diferente, para llegar a un mayor número de lectores de los que alcanza en formato de papel. También  Radio Vaticano, convertida desde hace años en un conjunto de portales, debe ser replanteada  sobre la base de nuevos modelos y adaptarse a las tecnologías modernas y a las necesidades de nuestros contemporáneos.  A propósito del servicio radiofónico, quiero hacer hincapié en los  esfuerzos que el Dicasterio está haciendo con los países con poca disponibilidad tecnológica  (pienso, por ejemplo, en África) para la racionalización de las ondas cortas que nunca han sido abandonadas.  Y en esto quiero hacer hincapié: nunca han sido abandonadas. Dentro de algunos meses también la Libreria Editorial Vaticana, la antigua Tipografía Políglota Vaticana y, como decía, “L’Osservatore Romano” pasarán a formar parte de la gran comunidad de trabajo del nuevo dicasterio, y esto requerirá la  disponibilidad de armonizarse con un nuevo diseño de producción y distribución. La tarea es grande; el reto es grande, pero se puede hacer, se debe hacer.

La historia es, indudablemente, un patrimonio de  valiosas experiencias  que hay que defender y utilizar como  impulso hacia el futuro. De lo contrario, se reduciría a un museo, interesante y agradable  de visitar, pero incapaz de proporcionar fuerza y ​​coraje para proseguir el viaje. En este horizonte de  construcción de un nuevo sistema de comunicación se coloca, además,  el laborioso esfuerzo de formación y actualización del personal.

Queridos hermanos y hermanas, el trabajo que os espera es amplio y articulado. Con la contribución de cada uno, se cumplirá esta reforma que ” teniendo en cuenta la historia de lo que se ha realizado en el marco de la comunicación de la Sede Apostólica” está encaminada  “hacia una integración y gestión unitaria”. (Estatuto de la Secretaría para la Comunicación 6 de septiembre, 2016).

Os animo, por lo tanto,  a trabajar en las comisiones de estudio, con un análisis detallado y, después de identificar los caminos, a decidir y proceder con valor siguiendo los criterios elegidos.

Os  pido, además,  que el principio rector sea el  apostólico, misionero, con una especial atención a las situaciones de malestar, de pobreza, de dificultad,  conscientes de que también ellas deben abordarse con soluciones adecuadas. Así se hace posible  llevar el Evangelio a todos, valorizar los recursos humanos, sin sustituirse a la comunicación de las Iglesias locales y, al mismo tiempo, sosteniendo a las comunidades eclesiales que más lo necesitan.

No dejemos que nos venza la tentación del apego a un pasado glorioso; hagamos, en cambio un gran trabajo de equipo para responder mejor a los nuevos retos de la comunicación que la cultura nos demanda hoy en día, sin miedo y sin imaginar escenarios  apocalípticos.

Mientras os renuevo mi agradecimiento por haber aceptado trabajar en este ámbito tan importante y delicado de la misión de Iglesia, quiero extender  también mi saludo y mi gratitud a los consultores recién nombrados. Os exhorto a dar testimonio de colaboración y de compartir fraterno, mientras invoco sobre todos vosotros la bendición del Señor, por intercesión de María Santísima, Madre de la Iglesia, que, con su ternura, vela siempre sobre nosotros.

 

(4 de mayo de 2017)

 

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