Miércoles de Ceniza

     En medio de la época en la que ha hecho su aparición el fenómeno del “niño”, ahora que los pronosticadores del tiempo atinaron una,  ahora que la lluvia ha desplegado su manto sobre la región, llega “pronto” la Cuaresma y lo hace con el rito de la ceniza. Se trata de una de las celebraciones denominadas “móviles o “movibles” a diferencia de las festividades “fijas” como la Navidad o la festividad de la Virgen de Guadalupe. Curiosamente el rito  de la imposición de la ceniza  no sufrió lo que otros ritos padecieron: una muerte fulminante. Quizá pueda ofrecer un ejemplo. El color negro en las vestiduras que se utilizan en la liturgia, pasó a mejor vida. No se descarta que resucite pero eso llevará tiempo. Se suprimieron varios días de ayuno, se cambió el sentido de la “abstinencia”, aunque hay gente para quien no ha llegado. Siguen “padeciendo” durante los viernes de cuaresma, el sacrificio de tener que irse a Puerto Nuevo a saborear la langosta.  Pobrecitos.

     La bendición e imposición de la ceniza, así como también de las “palmas” lograron escapar a esa ola de “iconoclasmo. Hay que saber que el cristianismo heredó algunos rituales del judaísmo. No sería uno por ejemplo el uso del “solideo” por parte de los Obispos? O el candelero de 7 brazos, o el uso del pan sin levadura que provocó que el año 1054 que el enviado papal y el patriarca Cerulario de Constantinopla se hicieran de palabras? Y qué decir del gesto de la “postración” que significa recostarse bocabajo en actitud orante por ejemplo durante las ordenaciones de sacerdotes?  Son herencia del judaísmo y eso nada tiene de malo.

      El Papa acaba de visitar la sinagoga de Roma y reunirse con sus líderes también para condenar la “shoa”. Los judíos no son “pérfidos” como los llamó un tiempo la liturgia.  De todos modos los cristianos que habitan  en la tierra Santa viven su fe en medio de grandes dificultades y de violencia.

     La ceniza en la Biblia va asociada a expresiones penitenciales, diría de carácter  “popular”, colectivo, ciudadano, plural, incluyente. La penitencia individual que tampoco tiene nada de malo sino todo lo contrario, es tardía y nos la heredaron, creo, los monjes irlandeses. El rito de la imposición de la ceniza es demasiado breve. Tampoco es exclusivamente sacerdotal. Puede hacerlo otra persona. Tarda un minuto. Se pide, aunque con la premura no es casi posible decirlo, que quien la impone trazando una cruz en la frente o colocando un “puñito” en la cabeza, diga una de estas dos frases: “acuérdate que eres polvo y al polvo haz de volver”. Suena como una sentencia de muerte. O la otra más suavecita: “arrepiéntete y cree en el evangelio”. 

     El celo pastoral ha llevado a enmarcar el rito dentro de una “celebración de la palabra” que los fieles difícilmente soportan. Una, dos o tres lecturas bíblicas, un pequeño sermón, algún canto, oraciones. El rito de la ceniza logra el milagro anual. En ninguna otra  fecha acude tanta gente al templo. Ni la ola de violencia, ni la crisis económica, ni el dios Tlaloc, ni la “modernidad” lo impedirán. Ya lo verá usted.  Aunque hay que confesar con humildad que la gran mayoría llegarán hasta ahí. Muy pocos entienden que la ceniza es como la puerta de entrada de la Cuaresma.

      Y pocos vivirán la cuaresma con toda su riqueza. Como tiempo de ayuno, de oración, de compartir con el otro, de conocer a Cristo, de formarnos en la fe,  de vivir las bienaventuranzas.   Pero también de dar rienda suelta a la religiosidad popular. Pienso en la veneración de imágenes, el culto a las reliquias (que no es tan popular), las peregrinaciones a lugares sagrados o santuarios, las procesiones, los via crucis,  las cruces colocadas en los caminos.  Y casi cada lugar tiene tradiciones y costumbres religiosas muy respetables.  Por ejemplo el desfile de “flagelantes” que con torzos desnudos se golpean por sus pecados.    

      Quisiera Dios tocar el corazón de algún joven que esté en el círculo de la “cultura de la muerte”, de la delincuencia organizada  y mostrara con obras su arrepentimiento pública o privadamente. 

      “Pero conviene que estos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, para que estén de acuerdo a la sagrada liturgia”. Pensamos en la tierra Santa en donde los cristianos viven su fe en un clima difícil y hostil. 

      La cuaresma nos recuerda la travesía del pueblo de Dios por el desierto, la “cuarentena” de Jesús en  ayuno y oración  en el monte de las tentaciones para enseñarnos de qué manera es posible sobreponerse a ellas. “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

      Que los sacerdotes busquen en esta santa Cuaresma, con sentido pastoral, con preocupación por los fieles a los que están encomendados de no privar  a esa porción del pueblo de Dios del alimento sólido y espiritual que requieren. 

Monseñor Eduardo Ackerman Durazo

Parroquia Santa María Reina de la Paz

eduardoackerman@yahoo.com.mx

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