Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta…

Viernes de la 10a. Semana del tiempo ordinario

FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 

LECTIO

Evangelio: San Lucas 15,3-7

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y letrados esta parábola:-Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:-¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.Os digo que así  también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.  

 

REFLEXIÓN

Los cristianos que celebran la festividad del Sagrado Corazón de Jesús no sospechan por lo general cuánto ama Dios a cada hombre. Tanto que algunos santos han llegado a decir que Cristo habría muerto también en la cruz si sólo hubiera tenido que salvar a una única persona. La idea nos parece un tanto descabellada, pero saca su justificación de la parábola de la oveja perdida. Y con no menos énfasis que la preocupación por la oveja descarriada se describe la alegría que se produce cuando se la encuentra. En todo caso se puede decir con seguridad que cada una de las noventa y nueve ovejas es amada por el Buen Pastor de la misma manera: todas ellas son los pecadores por los que Jesús muere en la cruz, no como masa anónima, sino como personas irrepetibles.El amor de Dios a los hombres se expresa aquí mediante una parábola conocida y siempre emotiva: la de la oveja perdida, angustiosamente buscada, a la que el pastor coloca sobre sus hombros al encontrarla y por cuyo hallazgo se celebra una fiesta: "He encontrado la oveja que se me había perdido" (Lc 15, 3-7). No puede expresarse mejor el amor solícito con que Dios nos ama. Acude a la memoria el pasaje del evangelio de Juan en que Cristo dice: "…la voluntad del Padre que me ha enviado es que no pierda nada de lo que Él me dio", y también: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano" (Jn 10, 27-28); o: "Yo doy mi vida por las ovejas" (Jn 10, 15). Ya conocemos el principal papel del pastor en los sinópticos: reúne a sus ovejas (Mt 15, 24), da su vida y resucita por ellas (Mt 26, 31; Mc 14, 27). Entre el buen pastor y sus ovejas existe una intimidad de conocimiento recíproco: "Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen" (Jn 10, 14). Es verdaderamente la revelación del amor.  

ORATIO

Señor, de ti procede el río que alegra a la ciudad de Dios. Recrea con el agua de este deseable torrente los resecos labios de los sedientos de amor, para que con voz de regocijo y gratitud te cantemos himnos de alabanza, probando por experiencia que en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz (SAN BUENAVENTURA)  

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Àvila 

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