Entender a Jesús crucificado

Entre los que habían venido a celebrar la Pascua había algunos gentiles… 

Así comienza la Lectura del Evangelio de este Domingo. También nosotros nos disponemos a celebrar próximamente la Pascua, el Santísimo Triduo de la Pascua, la Solemne Vigilia Pascual. 

"Quisiéramos ver a Jesús" le dicen los gentiles a Felipe. Felipe y Andrés transmiten a Jesús el deseo de los gentiles. Todo lo que sigue en la Lectura del Evangelio es cumplida respuesta a sus deseos. Quiere Jesús ser contemplado, conociendo, con mirada de fe, desde la perspectiva de su Pascua: 

Él es "el grano de trigo, que muere para dar mucho fruto (Resurrección), Él es el que "se aborrece a sí mismo en este mundo (muerte) guardándose para la vida eterna" (Resurrección). Él es el que "atrae a todos hacia Él, elevado sobre la tierra, elevado en la cruz, elevado a la gloría por su Resurrección-Ascensión al cielo. 

Él es así “glorificado" por el Padre, cuya voz se hizo oír: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo". Fue este momento como una Epifanía, Manifestación de Dios, semejante a las del Bautismo y la Transfiguración del Señor. Ha llegado pues la Hora de la Glorificación por la Muerte-Resurrección; la Hora, a la que Jesús se refería, cuando el Milagro de la Boda de Caná ("Aún no ha llegado mi Hora''). 

Dicho de otro modo: "El que aprendió, sufriendo, a obedecer (al Padre), llegado a la consumación (a la perfección por la Resurrección-Glorificación), se ha convertido para todos los que le obedecen (como Él obedece al Padre) en Autor de salvación eterna". Con estas palabras definitorias declara solemnemente el Autor de la Carta a los Hebreos (2ª Lectura) el Misterio Pascual cumplido en Cristo, cumplido en nosotros. 

Y esta es la Alianza Nueva y Definitiva, la Decisión de Dios en Cristo, anunciada por el Profeta Jeremías (1ª Lectura). Consiste en el cambio (Pascua, Paso) de régimen: La Ley salvífica de Dios no será -interpretada como- impuesta desde fuera, sino interiorizada, de modo que impulse y mueva desde dentro. Es la Ley Nueva de Cristo, la Ley Evangélica, la ley de la libertad de los hijos de Dios, la Ley Pascual, que se identifica con Cristo, nuestra ley. 

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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