Evangelio según Marcos 5,21-43

Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Avila

Martes 2 de Febrero

Lectura

Evangelio según Marcos 5,21-43

Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» Y se fue con él.

Le seguía un gran gentío que le oprimía. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.» Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.

Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿Quién me ha tocado?'» Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» Jesús, que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.» Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.» Y se burlaban de él.

Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.» La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

 

Reflexión

El evangelio de hoy debe sobrecogernos. Alrededor de Jesús surge la vida, la muerte es vencida y los sin-esperanza renacen. Jesús aparece ante nosotros como el único médico capaz de dar al ser humano su genuina dignidad, la paz autentica, la vida verdadera.

Ojalá que todos supiéramos celebrar la vida, es decir, esperar contra toda esperanza, descubrir que la vida es más fuerte que la muerte. Porque hoy la muerte aparece más poderosa, porque la violencia, el asesinato y el crimen son su rostro. Y el amor ¡parece tan débil!.

Vivimos en un mundo contradictorio que al mismo tiempo que exalta y defiende la vida, la juventud, la diversión, el ocio… inventa siempre nuevas formas de muerte.

El odio, el egoísmo, la insolidaridad, la injusticia, la pasividad engendran muerte. Pero quien lucha contra todas estas formas de muerte, quien crea y comunica vida, quien arriesga su vida sin desanimarse  y quien da su vida por amor hace posible la esperanza y la vida en el mundo. Sólo el amor crea vida y la devuelve a quien la ha perdido.

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