Yo soy la luz del mundo
Lunes 22 de marzo
Lectura
Evangelio según San Juan 8,12-20.
Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida". Los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale". Jesús les respondió: "Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí". Ellos le preguntaron: "¿Dónde está tu Padre?". Jesús respondió: "Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre". El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.
REFLEXIÓN
Jesús es también para nosotros la Luz verdadera. Quién más quién menos, todos andamos en penumbras, si no en oscuridad. Porque nos falta el amor, o porque no somos fieles a la verdad, o porque hay demasiadas trampas en nuestra vida. En esta próxima Pascua Jesús nos quiere curar de toda ceguera, nos quiere iluminar profundamente. El Cirio que se encenderá en la Vigilia Pascual y los cirios personales con los que participaremos de su luz, quieren ser símbolo de una luz más profunda que Cristo nos comunica a todos).
Ese Jesús que camina hacia su Pascua -muerte y resurrección- es el que nos invita también a nosotros a seguirle, para que participemos de su victoria contra el mal y el pecado, y nos acojamos a la sentencia de misericordia que él nos ha conseguido con su muerte.
ORATIO
Ven, dulce luz, verdad que nos da vida. Penetra en el corazón, abre las ventanas del alma, ilumina los pensamientos, las esperanzas y los deseos. Sácanos del sopor, cuando la rutina pretenda apagar en nosotros la vigilancia y el ánimo de resistir al mal. Resplandece en la niebla de la duda donde todo se oculta y se difumina, como si bien y mal fuesen palabras vanas pasadas de moda. Concédenos una aguda percepción del bien, el horror a la mentira, la pasión por la verdad que nos hace libres.
Resplandece y haz que evitemos las seducciones que asedian nuestro camino cotidiano. Haznos gustar el sabor de la Ley de Dios, la belleza transparente de una rectitud' a toda prueba, el alivio de las lágrimas de arrepentimiento, el gozo del perdón dado y recibido, cuando nos descubrimos falsos o mezquinos. No permitas que nos engañemos o desviemos a nuestros hermanos, sino guárdanos a todos con la dulce fuerza de tu fidelidad, que siempre es descanso para el que, en la prueba, se abandona confiadamente a tu amor misericordioso.
Monseñor Salvador Cisneros Gudiño
Parroquia Santa Teresa de Ávila