Instituto Madre Asunta de Tijuana: 25 Años de ser un hogar de puertas abiertas a mujeres y niños migrantes
Pastoral para la Comunicación. – Hace 25 años inició en la ciudad fronteriza de Tijuana, el gran proyecto del albergue para mujeres y niños migrantes dirigido por las Hnas. Misioneras de San Carlos Borromeo Scalabrini, llevando el nombre de su reverenda madre fundadora. Las hermanas migrantes que llegan al Instituto se encuentran con una gran familia, en donde se les trata de manera amorosa y digna, en el que se desarrollan en un ambiente de acogida, sanándolas, comprendiéndolas y otorgándoles respuesta a sus necesidades, como el alimento, ropa, cama, atención médica, psicológica, trabajo social, así como programas de re-unificación familiar.
Durante el verano de este 2019, la Acción de Gracias por el Aniversario de Plata de dicho Instituto, celebrada por el Arzobispo Francisco Moreno Barrón, en la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto, en la Col. Libertad.
Durante la homilía el Arzobispo expreso que ha pensado en tantas mujeres migrantes, que dejan su tierra, su parentela y que lo único que les acompaña en su peregrinar, es la fe. La fe que es la que verdaderamente las sostiene, la fe en Dios, el amor a su familia y aunque puedan llegar a Tijuana y formar un hogar, nunca olvidarán en su mente y en su corazón, a su tierra, su parentela, sus orígenes, su identidad. Eso es muy hermoso, que todos tengamos raíces y que, sin embargo, seamos capaces en la búsqueda de la superación integral, buscar nuevos horizontes.
Tijuana ha sido siempre una tierra migrante y hemos de seguir insistiendo en que debemos sentirnos todos orgullosamente migrantes. No es algo para que nos de pena o vergüenza, es algo que debemos de decir con alegría y siempre con la cara en alto, ¡somos migrantes, como Jesús fue migrante!, y por nuestra condición migrante somos más sensibles ante las necesidades de nuestros hermanos.
En realidad, Tijuana, con ese rostro migrante, ha sabido ser siempre muy solidaria con los hermanos que nos piden ayuda y que van de paso. Muchos de ellos se han quedado en medio de nosotros y no podemos negar que el progreso y la superación de Tijuana, se debe en gran medida al trabajo, a la mano de obra, a la presencia de nuestros hermanos migrantes a través de los años. “Ojalá que nadie en medio de nosotros se sienta extraño, extranjero, menos en la Comunidad de la Iglesia, pues para la Iglesia no hay extranjeros, todos somos hermanos en Cristo Jesús.”
El Instituto Madre Asunta, ha vivido en estos 25 años lo que nos proclama Jesús en el Evangelio. Muchos estaban escandalizados al verlo comiendo y bebiendo con publicanos y pecadores y Jesús dice claramente: “Ve y aprende lo que significa misericordia quiero y no sacrificios”. Qué importante son los sacrificios, la oración, las celebraciones, la liturgia, todo lo que celebramos externamente cuando va de acuerdo con lo que llevamos en el corazón. Pero lo que realmente Dios quiere en el mundo que le agrada es la práctica de la caridad, el amor cristiano, la misericordia con los hermanos más necesitados, viendo en ellos el rostro sufriente de Cristo Jesús.
El Arzobispo Francisco les compartió que, con mucho cariño y sencillez, reconocía la importancia del Instituto y de otros tantos centros, casas, albergues y proyectos que en medio de la comunidad y en nuestra Arquidiócesis valora y agradece porque cada una de esas Instituciones lleva el espíritu migrante, caridad solícita y cercanía. Que Dios reciba todo lo que ha sucedido en esta casa durante 25 años como una ofrenda para agradarlo.