Seguir a Jesucristo

El evangelio de hoy narra el encuentro de Jesús con tres personajes.El primero se acerca a Jesús y se ofrece en forma incondicional a seguirlo: “Te seguiré adondequiera que vayas”. La respuesta de Jesús le pone un camino marcado por la inseguridad, la incertidumbre y la precariedad. Jesús se dirige hacia un destino de rechazo, de sufrimiento y de muerte, y quien desee seguirlo debe ser consciente de tal desenlace.El segundo, a diferencia del primero, recibe de Jesús la propuesta de seguirlo. Antes de dar una respuesta pide a Jesús una “prórroga” legítima: “Déjame ir primero a enterrar a mi padre”. En el ambiente judío, la obligación de un hijo frente a un padre difunto no es sólo obligatoria, sino también sagrada. Quien sigue a Jesús debe estar dispuesto a poner en segundo plano los afectos y los lazos familiares. Dejarse atrapar por las relaciones de parentesco, a tal punto que impidan una disponibilidad total al Reino de Dios, es permanecer en la muerte.El        tercer  personaje      se        ofrece espontáneamente, pero poniendo una condición: “Te seguiré, Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa”.El anuncio del Reino no permite titubeos, incertidumbres ni nostalgias. El pasado queda atrás. Quien es llamado se compromete sin dudar y entra en un dinamismo de vida y de fidelidad radical e irreversible.Seguir a Jesús es la empresa más fascinante y más radical que un hombre puede llevar adelante en este mundo. La causa de Jesús es la causa de Dios y del hombre, y seguirlo es comprometerse con su propio destino. Quien quiere seguir a Jesús no puede anteponer a esta vocación ningún deber, ninguna actividad, ni ningún afecto. 

Monseñor Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Àvila

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