¿Cómo reconocemos lo que es justo?

La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. 

El éxito político está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. 

"Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?", dijo en cierta ocasión San Agustín. 

Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. 

¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? 

 

¿Cómo se reconoce lo que es justo? Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. 

En cambio, la teología católica se ha referido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho. 

Ya san Pablo, en su Carta a los Romanos, afirma: "Cuando los paganos cumplen naturalmente las exigencias de la ley, ellos… son ley para sí mismos. Así muestran que tienen escrita en su corazón las exigencias de la ley; contando con el testimonio de su conciencia…" (Rm. 2,14s). 

Aquí aparecen los dos conceptos fundamentales de naturaleza y conciencia, en los que conciencia no es otra cosa que la razón abierta al lenguaje del ser. 

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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