La Casa del Migrante en Tijuana responde con programa de educación en emergencias para migrantes y refugiadas
Pastoral de la Comunicación.- La Casa del Migrante por medio del Centro Scalabrini de Formación para Migrantes (CESFOM) responde a través de un programa de integración y formación que apoya a las personas migrantes y refugiadas –y quienes cuidan de ellas- a “descubrir y nunca olvidar por más fronteras que atraviesan su capacidad de florecer en cualquier parte del mundo en la que se encuentren”, como lo afirman en su perfil de redes sociales. Ya que dicho objetivo se logra con la herramienta de resiliencia y libertad más poderosa: la educación.
Con el apoyo de voluntarios, profesionales en diversos campos; humano, espiritual, laboral, técnico, artístico entre otros. Comparten que han colaborado en el proceso de acompañamiento educativo a más de 2000 personas migrantes y refugiadas en Tijuana a encontrar un espacio digno y seguro para construir su futuro. En este ámbito, han sido testigos de tantas fatigas y sufrimientos de migrantes pero al mismo tiempo comparten los éxitos logrados como el poder ver a los primeros migrantes y refugiados graduados de este año 2019, en algunas disciplinas como computación.
Para lograr este acompañamiento según lo publicado en el artículo “Tijuana: La educación en situación de emergencias, el contexto de las caravanas” de la autora María J. Juárez Becerra, Coordinadora operativa del Centro Scalabrini de Formación para Migrantes en Tijuana, explica que el CESFOM diseñó un programa de educación en emergencias. Así durante cuatro semanas, las personas participaron en distintas actividades psicoeducativas como clases de computación, español, inglés, historia de Tijuana, talleres de derechos humanos y laborales, capacitación para el (auto) empleo, talleres de arte terapia como rap, danzaterapia, pintura, tanatología y paternidad a distancia.
“El programa de educación en emergencias busca atender el estado emocional a través de la terapia de grupo de las personas es clave para que puedan desarrollar y fortalecer habilidades que les permitan protegerse de los riesgos inherentes a las circunstancias en las que se encuentran. Por ejemplo, ante la incertidumbre sobre la respuesta por parte del gobierno mexicano y estadounidense ante sus solicitudes de asilo, la sensación de desarraigo, la separación familiar, la violencia a la que se han expuesto desde sus países de origen, entre otros factores, expone a las personas migrantes y refugiadas, a riesgos como el consumo de sustancias psicoactivas, deterioro de su salud mental, trata de personas, reclutamiento por parte del crimen organizado, tráfico ilícito de personas, entre otras” como se explica en el artículo publicado de M. Juárez Becerra.