La Virgen de Guadalupe, el hecho más trascendental en la historia de México
El hecho más glorioso y trascendental en la historia de nuestra Patria, es, sin duda, el de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al indio Juan Diego en la Colina del Tepeyac, los días del 9 al 12 de diciembre de 1531, apariciones que culminaron dejándonos su imagen milagrosamente pintada en la tilma de Juan Diego. Y, esas apariciones son el hecho más trascendental de nuestra historia por múltiples razones:
– Porque antes de ellas los indios se mostraban muy renuentes para aceptar el cristianismo y apenas nos dejó la Virgen Santísima su milagrosa imagen, comenzaron a aceptarlo con la mayor sencillez y facilidad.
– Porque a la Virgen de Guadalupe debe la Nación Mexicana infinidad de favores, especialmente la religiosidad del pueblo mexicano.
Fuente histórica de las Apariciones.
Debemos la narración principal y auténtica de las apariciones de la Virgen Santísima de Guadalupe y de su milagrosa imagen, a Don Antonio Valeriano (1520-1605). Indio de noble descendencia, consta que en 1533 fue alumno fundador del Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco, por lo que fue contemporáneo de la aparición de la Virgen de Guadalupe, que tuvo lugar en 1531.
HISTORIA DE LAS APARICIONES DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
LA 1a. APARICIÓN
Tuvo lugar la primera aparición el sábado 9 de diciembre de 1531. Venía Juan Diego de Cuautitlán a Santiago Tlaltelolco para oír la Misa en honor de la Virgen María. Llegó al amanecer al cerro del Tepeyac y al pasar por el lugar que se encuentra abajo de la actual Capilla del Cerrito, oyó una música semejante al canto de muchos pajarillos, se detuvo a oírla; la música cesó y oyó entonces una voz que venía de lo alto y que lo llamaba diciendo: Juanito, Juandieguito.
La Virgen entonces le dijo: “Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del Dios verdadero, por quien se vive, Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre.
LA 2a. APARICIÓN
La segunda aparición tuvo lugar ese mismo día. Al regresar Juan Diego por el mismo camino dirigiéndose donde había visto a la Virgen, volvió a verla y le dio la respuesta del Señor Obispo, participándole que éste, según él pensaba, no había dado crédito a sus palabras y rogando a la Virgen que mejor se sirviera de otro mensajero que valiera más que él que no valía nada, ya que era tan sólo un pobre indio despreciable. A lo que la Virgen Santísima le respondió que tenía a su disposición muchos mensajeros y servidores, pero que era de todo punto preciso que Juan Diego fuese el mensajero y así le mandó que al día siguiente fuera otra vez a ver al Señor Obispo y le repitiera el mensaje. Juan Diego respondió con toda humildad que estaba dispuesto a obedecer y que al día siguiente volvería.
3a. APARICIÓN
Juan Diego, que no se había dado cuenta de que lo seguían, cuando llegó al puente siguió su camino hasta el lugar donde solía ver a la Santísima Virgen, ahí la encontró, y con toda naturalidad le hizo saber que el Señor Obispo pedía una señal para cerciorarse de que era Ella quien lo mandaba. La Virgen María mandó entonces a Juan Diego que, al día siguiente, lunes 11, fuera a verla para que le diera la señal que haría que le creyera.
4a. APARICIÓN
La Virgen entonces tomó en sus manos las rosas que había cortado Juan Diego y las puso nuevamente en su tilma y le mandó que viera al Señor Obispo, le contara donde las había tomado y le dijera que era esa la señal de que la Virgen María le mandaba construirle un templo; y le ordenó además que sólo delante del Señor Obispo desplegara su manta y descubriera lo que llevaba.
La milagrosa aparición de la imagen.
Juan Diego al Obispo Zumárraga; le contó todo lo sucedido, así como la enfermedad de su tío y la promesa de su salud y le repitió fielmente el mensaje de la Santísima Virgen y al extender su manta, se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla que traía y apareció en la tilma la imagen de la siempre Virgen Madre de Dios, la que se conserva en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Tan pronto como la vio Monseñor Zumárraga, se arrodilló lo mismo que todos los presentes y él con lágrimas en los ojos prometió obedecer el mandato de la Virgen. Después se puso de pie, desató del cuello de Juan Diego la manta en que apareció la imagen de la Reina del Cielo y fue a ponerla en su oratorio. Esto acontecía el día 12 de diciembre del año de 1531.
Monseñor Zumárraga levantó en honor de la Virgen María una pequeña ermita en el lugar donde ahora está la sacristía de la Parroquia de la Virgen de Guadalupe.
La narración de las apariciones de la Virgen de Guadalupe que aparece en la Obra de Lasso de la Vega bajo el título “Nican Mopohua”, fue escrita por Don Antonio Valeriano.