Laudes – DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR 2020

Domingo, 5 de abril de 2020.

 

  1. Señor, abre mis labios.
  2. Y mi boca proclamará tu alabanza.
  3. Dios mío, ven en mi auxilio.
  4. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza

con un peso tan dulce en su corteza!

 

Cantemos la nobleza de esta guerra,

el triunfo de la sangre y del madero;

y un Redentor, que, en trance de Cordero,

sacrificado en cruz, salvó la tierra.

 

Dolido mi Señor por el fracaso

de Adán, que mordió muerte en la manzana,

otro árbol señaló, de flor humana,

que reparase el daño paso a paso.

 

Y así dijo el Señor: “¡Vuelva la Vida,

y que el Amor redima la condena!”

La gracia está en el fondo de la pena,

y la salud naciendo de la herida.

 

¡Oh plenitud del tiempo consumado!

Del seno de Dios Padre en que vivía,

 

ved la Palabra entrando por María

en el misterio mismo del pecado.

 

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,

y a Dios como el menor de los humanos?

Llorando en el pesebre, pies y manos

le faja una doncella nazarena.

 

En plenitud de vida y de sendero,

dio el paso hacia la muerte porque él quiso.

Mirad de par en par el paraíso

abierto por la fuerza de un Cordero.

 

Vinagre y sed la boca, apenas gime;

y, al golpe de los clavos y la lanza,

un mar de sangre fluye, inunda, avanza

por tierra, mar y cielo, y los redime.

 

Ablándate, madero, tronco abrupto

de duro corazón y fibra inerte;

doblégate a este peso y esta muerte

que cuelga de tus ramas como un fruto.

 

Tú, solo entre los árboles, crecido

para tender a Cristo en tu regazo;

tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo

de Dios con los verdugos del Ungido.

 

Al Dios de los designios de la historia,

que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;

al que en la cruz devuelve la esperanza

de toda salvación, honor y gloria. Amén.

 

Salmodia

Antífona 1: Una gran multitud de gente, que había ido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»

 

Salmo 117

 

Himno de acción de gracias después de la victoria

 

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

 

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.

 

Diga la casa de Aarón:

eterna es su misericordia.

 

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia.

 

En el peligro grité al Señor,

y me escuchó, poniéndome a salvo.

 

El Señor está conmigo: no temo;

¿qué podrá hacerme el hombre?

El Señor está conmigo y me auxilia,

veré la derrota de mis adversarios.

 

Mejor es refugiarse en el Señor

que fiarse de los hombres,

mejor es refugiarse en el Señor

que fiarse de los jefes.

 

Todos los pueblos me rodeaban,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban cerrando el cerco,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban como avispas,

ardiendo como fuego en las zarzas,

en el nombre del Señor los rechacé.

 

Empujaban y empujaban para derribarme,

pero el Señor me ayudó;

el Señor es mi fuerza y mi energía,

él es mi salvación.

 

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos:

«La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa,

la diestra del Señor es poderosa.»

 

No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor.

Me castigó, me castigó el Señor,

pero no me entregó a la muerte.

 

Abridme las puertas del triunfo,

y entraré para dar gracias al Señor.

 

—Ésta es la puerta del Señor:

los vencedores entrarán por ella.

 

—Te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación.

 

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

 

Éste es el día en que actuó el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Señor, danos la salvación;

Señor, danos prosperidad.

 

—Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor;

el Señor es Dios, él nos ilumina.

 

—Ordenad una procesión con ramos

hasta los ángulos del altar.

 

Tú eres mi Dios, te doy gracias;

Dios mío, yo te ensalzo.

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

 

Antífona 2: Con los ángeles y los niños cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.»

 

Dn 3,52-57

 

Que la creación entera alabe al Señor

 

¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1,25)

 

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito tu nombre, santo y glorioso:

a él gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres sobre el trono de tu reino:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines

sondeas los abismos:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres en la bóveda del cielo;

a ti honor y alabanza por los siglos.

 

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Antífona 3: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.

 

Salmo 150

 

Alabad al Señor

 

Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)

 

Alabad al Señor en su templo,

alabadlo en su fuerte firmamento.

 

Alabadlo por sus obras magníficas,

alabadlo por su inmensa grandeza.

 

Alabadlo tocando trompetas,

alabadlo con arpas y cítaras,

 

alabadlo con tambores y danzas,

alabadlo con trompas y flautas,

 

alabadlo con platillos sonoros,

alabadlo con platillos vibrantes.

 

Todo ser que alienta alabe al Señor.

 

Lectura Breve

Za 9, 9

 

Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y

victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.

 

Responsorio Breve

  1. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
  2. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
  3. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
  4. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

 

 

 

 

Canto Evangélico

Antífona: Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres, Señor.»

 

Ver antífona alternativa

Benedictus Lc 1, 68-79

 

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo,

por boca de sus santos profetas.

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Preces

Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes como rey y Mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna a ti, Hijo de David y Rey eterno,

— hosanna a ti, vencedor de la muerte y del mal.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

— conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

— haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.

Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,

— conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase,

haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Conclusión

 

  1. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
  2. Amén.

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