Vísperas – DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR 2020

Domingo 05 de abril de 2020.

 

  1. Dios mío, ven en mi auxilio.
  2. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

Victoria, tú reinarás.

¡Oh Cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado, muriendo, nos rescató;

de ti, madero santo, nos viene la redención.

Extiende por el mundo tu reino de salvación.

¡Oh Cruz fecunda, fuente de vida y bendición!

Impere sobre el odio tu reino de caridad;

alcancen las naciones el gozo de la unidad.

Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;

el río de la gracia apague la iniquidad.

La gloria por los siglos a Cristo libertador,

su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión.

 

Salmodia

Antífona 1: Herido y humillado, la diestra de Dios lo exaltó.

 

Salmo 109, 1-5.7

 

El Mesías, Rey y Sacerdote

 

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co 15,25)

 

Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla a tus enemigos.

 

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré, como rocío,

antes de la aurora.»

 

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

«Tú eres sacerdote eterno,

según el rito de Melquisedec.»

 

El Señor a tu derecha, el día de su ira,

quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,

por eso levantará la cabeza.

 

Antífona 2: La sangre de Cristo nos ha purificado, llevándonos al culto del Dios vivo.

 

Salmo 113B

 

Himno al Dios verdadero

 

No a nosotros, Señor, no a nosotros,

sino a tu nombre da la gloria,

por tu bondad, por tu lealtad.

¿Por qué han de decir las naciones:

«Donde está su Dios»?

 

Nuestro Dios está en el cielo,

lo que quiere lo hace.

Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,

hechura de manos humanas:

 

tienen boca, y no hablan;

tienen ojos, y no ven;

tienen orejas, y no oyen;

tienen nariz, y no huelen;

 

tienen manos, y no tocan;

tienen pies, y no andan;

no tiene voz su garganta:

que sean igual los que los hacen,

cuantos confían en ellos.

 

Israel confía en el Señor:

él es su auxilio y su escudo.

La casa de Aarón confía en el Señor:

él es su auxilio y su escudo.

 

Los fieles del Señor confían en el Señor:

él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,

bendiga a la casa de Israel,

bendiga a la casa de Aarón;

bendiga a los fieles del Señor,

pequeños y grandes.

 

Que el Señor os acreciente,

a vosotros y a vuestros hijos;

benditos seáis del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

El cielo pertenece al Señor,

la tierra se la ha dado a los hombres.

 

Los muertos ya no alaban al Señor,

ni los que bajan al silencio.

Nosotros, sí, bendeciremos al Señor

ahora y por siempre.

 

Lectura Breve

Hch 13, 26-30a

 

Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de

Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron

cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

 

Responsorio Breve

  1. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  2. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  3. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
  4. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

 

Canto Evangélico

Antífona: «Dice la Escritura: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”; pero, después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.

 

Ver antífona alternativa

Magnificat Lc 1, 46-55

 

Alegría del alma en el Señor

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

—como lo había prometido a nuestros padres—

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Oremos humildemente al Salvador del género humano, que sube a Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:

Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre. Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu

pasión,

— para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,

— para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.

Mira con bondad a aquellos a quienes hemos escandalizado con nuestros pecados,

— ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu santidad y tu amor.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,

— concede a tus fieles obediencia y paciencia.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,

— y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.

Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre, diciendo:

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Conclusión

  1. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
  2. Amén.

También te podría gustar...