Laudes – MIÉRCOLES IV SEMANA DE CUARESMA 2020

Miércoles, 25 de marzo de 2020

 

  1. Señor, abre mis labios.
  2. Y mi boca proclamará tu alabanza.
  3. Dios mío, ven en mi auxilio.
  4. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

Este es el día del Señor.

Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos

ya no enrojeceremos

a causa del antiguo

pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo

el corazón soberbio

y harás un pueblo humilde

de corazón sincero.

En medio de las gentes

nos guardas como un resto

para cantar tus obras

y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva

para los cielos nuevos;

sacerdotal estirpe,

según tu Primogénito.

Caerán los opresores

y exultarán los siervos;

los hijos del oprobio

serán tus herederos.

Señalarás entonces

el día del regreso

para los que comían

su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!

¡Alégrese mi pueblo!

Porque el Señor que es justo

revoca sus decretos.

La salvación se anuncia

donde acechó el infierno,

porque el Señor habita

en medio de su pueblo.

 

Salmodia

Antífona 1: Dios mío, mi corazón está firme.

 

Salmo 107

 

Alabanza al Señor y petición de auxilio

 

Porque Cristo se ha elevado sobre el cielo, su gloria se anuncia sobre toda la tierra. (Arnobio)

 

Dios mío, mi corazón está firme,

para ti cantaré y tocaré, gloria mía.

Despertad, cítara y arpa

despertaré a la aurora.

 

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;

tocaré para ti ante las naciones:

por tu bondad, que es más grande que los cielos;

por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria;

para que se salven tus predilectos,

que tu mano salvadora nos responda.

 

Dios habló en su santuario:

«Triunfante, ocuparé Siquén,

parcelaré el valle de Sucot;

 

mío es Galaad, mío Manasés,

Efraín es yelmo de mi cabeza,

Judá es mi cetro;

 

Moab, una jofaina para lavarme;

sobre Edom echo mi sandalia,

sobre Filistea canto victoria.»

 

Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,

quién me conducirá a Edom,

si tú, oh Dios, nos has rechazado

y no sales ya con nuestras tropas?

 

Auxílianos contra el enemigo,

que la ayuda del hombre es inútil.

Con Dios haremos proezas,

él pisoteará a nuestros enemigos.

 

Antífona 2: El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

 

Is 61,10-62,5

 

Alegría del profeta ante la nueva Jerusalén

 

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén…, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. (Ap 21,2)

 

Desbordo de gozo con el Señor,

y me alegro con mi Dios:

porque me ha vestido un traje de gala

y me ha envuelto en un manto de triunfo,

como novio que se pone la corona,

o novia que se adorna con sus joyas.

 

Como el suelo echa sus brotes,

como un jardín hace brotar sus semillas,

así el Señor hará brotar la justicia

y los himnos ante todos los pueblos.

 

Por amor de Sión no callaré,

por amor de Jerusalén no descansaré,

hasta que rompa la aurora de su justicia,

y su salvación llamee como antorcha.

 

Los pueblos verán tu justicia,

y los reyes tu gloria;

te pondrán un nombre nuevo,

pronunciado por la boca del Señor.

 

Serás corona fúlgida en la mano del Señor

y diadema real en la palma de tu Dios.

 

Ya no te llamarán «Abandonada»,

ni a tu tierra «Devastada»;

a ti te llamarán «Mi favorita»,

y a tu tierra «Desposada»,

porque el Señor te prefiere a ti,

y tu tierra tendrá marido.

 

Como un joven se casa con su novia,

así te desposa el que te construyó;

la alegría que encuentra el marido con su esposa,

la encontrará tu Dios contigo.

 

Antífona 3: Alabaré al Señor mientras viva.

 

Salmo 145

 

Felicidad de los que esperan en Dios

 

Alabemos al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras. (Arnobio)

 

Alaba, alma mía, al Señor:

alabaré al Señor mientras viva,

tañeré para mi Dios mientras exista.

 

No confiéis en los príncipes,

seres de polvo que no pueden salvar;

exhalan el espíritu y vuelven al polvo,

ese día perecen sus planes.

 

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,

el que espera en el Señor, su Dios,

que hizo el cielo y la tierra,

el mar y cuanto hay en él;

 

que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

 

El Señor liberta a los cautivos,

el Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos.

 

El Señor guarda a los peregrinos,

sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

 

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad.

 

Lectura Breve

Dt 7, 6. 8-9

 

El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo

de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a

vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del

dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios

verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil generaciones, con los

que lo aman y guardan sus preceptos.

 

Responsorio Breve

  1. Él me librará de la red del cazador.
  2. Él me librará de la red del cazador.
  3. Me cubrirá con sus plumas.
  4. Él me librará de la red del cazador.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Él me librará de la red del cazador.

Latinoamérica

  1. Él me librará de la red del cazador.
  2. Él me librará de la red del cazador.
  3. Me cubrirá con su plumaje.

 

  1. Él me librará de la red del cazador.
  2. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  3. Él me librará de la red del cazador.

 

Canto Evangélico

 

Antifona: “El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna”,

dice el Señor.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

 

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo,

por boca de sus santos profetas.

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Demos gracias a Dios Padre, que por el Espíritu Santo ha derramado su amor en nuestros

corazones, y supliquémosle, diciendo:

Danos, Señor, tu Espíritu Santo.

Concédenos, Señor, el espíritu de fe y de acción de gracias,

— para recibir siempre con gozo lo bueno y soportar con paciencia lo adverso.

Haz que practiquemos la caridad no sólo en los acontecimientos importantes,

— sino también en lo pequeño de nuestra vida de cada día.

Ayúdanos a privarnos de lo superfluo,

— para compartir lo nuestro con los hermanos necesitados.

Concédenos llevar en nuestros cuerpos la pasión de tu Hijo,

— tú que nos has vivificado en su cuerpo.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Recitemos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre

siempre del mal: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Oremos:

Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos y a los pecadores

que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la

humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Conclusión

 

  1. El Señor esté con vosotros.
  2. Y con tu espíritu.
  3. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
  4. Amén.
  5. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

También te podría gustar...