Mis abuelos me preguntan: ¿la Misa por internet, cuenta?
Pastoral para la Comunicación. – “Que cosa más extraña, en mi tiempo no se vería esto…”, dicen mis abuelos mientras instalo la pantalla y afino los últimos detalles para que sigan la Misa por internet minutos antes de empezar, -comparte- el nieto millennials.
Seguramente, este momento se replica en varios modos y familias ya que, para muchos adultos mayores de amplia vida en la fe católica, en el otoño de sus años se encuentran con una realidad virtual que ha tocado sus fibras espirituales y su vivencia de la Misa que ahora parecieran consignados a seguirla por un monitor, radio o t.v. como el actual contexto, condicionado por el coronavirus, en la cual los adultos mayores especialmente siguen la eucaristía a través de una pantalla.
Ante este escenario, en su fe arraigada y sencilla pero profunda a la vez, surgen las dudas sobre la validez o no de la Misa, porque surge ese “alguien” que le dijo que no le contaba la Misa viéndola por esos modernos medios.
Al respecto, los mismos sacerdotes de la Iglesia católica en su dinámica pastoral comparten que el adulto mayor pareciera tener esa sensación de “que no está participando realmente en la Misa dada su edad y sus capacidades de movilidad, etc. Sin embargo, sugieren repasar algunos aspectos sobre dicha cuestión.
-Como precepto general, los católicos asisten a Misa cada domingo en cumplimiento del Segundo Mandamiento. Así, a partir de la liturgia cristiana el culto rendido a Dios es principalmente comunitario -liturgia =culto del pueblo- y enriquece la participación personal ya que la asamblea participa -no asiste simplemente-.
-Siguiendo la Misa on-line no se cumple ese precepto en razón de que el católico que razonablemente pueda hacerlo, asiste a la Misa en una parroquia, templo, rectoría o capilla. “Sin embargo, las normas generales no siempre aplican, por ejemplo, una situación extrema como la que ahora se vive por el COVID-19 puede hacer que se cancele la obligación de asistir a Misa en una iglesia”. De igual forma, se acentúa la enfermedad o el cuidado de un enfermo, o alguna otra necesidad seria que puede excusar del requerimiento de asistir a la misa dominical.
-Es necesario considera la situación moral, pues quienes por serios o graves motivos está impedido o imposibilitado no está sujetos al precepto: por ejemplo, quien está enfermo o anciano, o quien está particularmente lejano al lugar de la celebración dominical, o donde por falta del sacerdote la misa no es celebrada, etc.
-Seguir la Misa en las redes sociales o en un medio de comunicación para este sector anima y alimenta su vida espiritual; escuchar las oraciones, las lecturas y la breve homilía no están en función de un “contar” o no, sino en el sacramento como ayuda y alimento espiritual que puede suscitar la oración en el enfermo u ancianitos que pueden unirse espiritualmente a la eucaristía. Falta ciertamente la presencia física, pero la imposibilidad de llevar una ofrenda al altar no excluye la de hacer de la propia vida (enfermedad, debilidad, memorias, esperanzas, temores) una ofrenda para unir a la de Cristo.