Mons. Rogelio Cabrera López, Presidente de la CEM: “Con respeto y sin protagonismos innecesarios…caminar juntos en un clima social y político polarizado”
Pastoral para la Comunicación. – “El impacto de la pandemia ha sido tan fuerte que quizá, como los discípulos de Emaús, puso algo en nuestros ojos que nos ha impedido, en ocasiones, reconocer a Jesús en todos los afectados por las diferentes crisis que se acentuaron en estos recientes dos años”. Así abrió su discurso, Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey y presidente de la CEM, no sin lamentar el fallecimiento de numerosos obispos, sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral a causa del COVID-19.
El presidente de la CEM, hizo un repaso por los retos que deberá afrontar la Iglesia mexicana en el contexto de una pandemia aún galopante en el país, una sociedad cada vez más polarizada y un compromiso de eclesial que llama a la caminar juntos y en salida.
La gravedad de la contingencia causada por la pandemia que ha afectado gravemente las áreas de la sanidad y la economía, además de intensificar la inseguridad y la violencia, que son ya un “flagelo” para el pueblo mexicano, fueron destacadas por el Arzobispo de Monterrey.
No obstante, reconoció que a pesar de este drama como Iglesia se ha continuado en todas las diócesis la catequesis a través de medios virtuales, se ha llegado a miles de hogares con eucaristías transmitidas por las diferentes redes sociales y, especialmente, la pastoral social ha buscado aliviar, aunque sea un poco, el sufrimiento de los más pobres y de los migrantes.
El compromiso de recibir con caridad y acompañar a los migrantes es más imperioso que nunca ante “las oleadas de migración” que han llegado a México en los últimos meses.
“Estamos ante un problema que compete no sólo a los obispos de las diócesis fronterizas, sino a todos nosotros, y necesitamos trabajar no sólo con quienes llegan a nuestro país, sino con quienes se niegan a recibirlos, a darles trabajo. Rechazar a un migrante, tenemos que gritarlo, es rechazar a Jesús”, exclamó Mons. Cabrera.
También los jóvenes deben ser considerados una “emergencia” para la Iglesia mexicana, especialmente los más vulnerables, víctimas de la violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas. “Pese a los grandes esfuerzos que ha hecho nuestra pastoral juvenil, en especial con el impulso del Sínodo de los jóvenes del 2018, muchos de ellos nos sienten lejanos” – lamenta el presidente de la conferencia episcopal. “Necesitamos acercarnos más y hablarles en su lenguaje”.
En cuento a los sacerdotes, el arzobispo de Monterrey se refirió a la necesidad de implementar experiencias de acompañamiento y formación permanente para los presbíteros, que propicien la vivencia de un encuentro con Jesucristo vivo: “Que no nos vean como los policías que los estamos vigilando ni como los jueces que los queremos condenar, sino como los padres que los quieren escuchar y como hermanos que los acompañan en su vida y ministerio”.
El Encuentro Eclesial de México, la Asamblea Eclesial de América Latina, y el Sínodo sobre la Iglesia Sinodal, que permitirán vivir “la globalidad” de la Iglesia, “pensando globalmente y actuando localmente” son los retos mencionados por el presidente del episcopado al final de su discurso, en el que también aseguro la adhesión al Papa de toda la Iglesia del continente al incorporarse al proceso sinodal.
“Estamos llamados a hacerlo en medio de un clima social y político cada vez más polarizado, en el que, con respeto y sin protagonismos innecesarios, vamos a testimoniar la presencia de Jesús muerto y resucitado entre nosotros. Que, como a los discípulos de Emaús, el Señor nos abra los ojos para reconocerlo en las vicisitudes propias de la vida”, concluyó el Arzobispo de Monterrey.
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