La noche en la que el hombre busca a Dios
Toda la vida del hombre es una “larga noche de lucha y oración”, en la que busca “reconocer el rostro de Dios”, algo que sólo se puede recibir “como un don”.
Así lo afirma el Papa Benedicto, explicando el pasaje de la Biblia en el que Jacob lucha con un desconocido durante la noche. Y cuando reconoce en su contrincante a Dios mismo, se entrega en sus manos, pide ser bendecido y recibe el nombre de “Israel”, que significa “Dios fuerte”. El texto nos habla de la larga noche de la búsqueda de Dios, de la lucha para conocer el nombre y ver su rostro; es la noche de la oración que con tenacidad y perseverancia pide a Dios la bendición y un nombre nuevo, una nueva realidad fruto de conversión y de perdón”. La noche de Jacob se convierte en un punto de referencia para entender la relación con Dios que en la oración encuentra su máxima expresión.
La oración, exige confianza, cercanía, casi un cuerpo a cuerpo simbólico no con un Dios adversario y enemigo, sino con un Señor que bendice y que permanece siempre misterioso, que aparece inalcanzable. “Por esto la Biblia utiliza el símbolo de la lucha, que implica fuerza de ánimo, perseverancia, tenacidad en el alcanzar lo que se desea”, una lucha que “sólo puede culminar en el don de sí mismo a Dios, en el reconocimiento de la propia debilidad, que vence cuando consigue abandonarse en las manos misericordiosas de Dios”.
Toda la vida del hombre es como esta larga noche de lucha y de oración, de consumar en el deseo y en la petición de una bendición a Dios que no puede ser arrancada o conseguida sólo con nuestras fuerzas, sino que debe ser recibida con humildad de Él”. Aquel que se deja bendecir por Dios, se abandona a Él, se deja transformar por Él, hace bendito el mundo. Hay que pedir, en la oración, su bendición a Dios para que nos renueve en la espera de ver su Rostro.
Mons. Salvador Cisneros G.
Parroquia Santa Teresa de Ávila