Jornada de las Vocaciones

La Iglesia debe ser cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, promoviendo en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, la educación integral de los jóvenes,  muchachos y muchachas para que maduren en la amistad con Dios y sus hermanos, aprendan la escucha atenta de la Palabra de Dios, comprendan la voluntad de Dios que les permite descubrir la verdad más profunda sobre su dignidad y su persona y  encuentren el camino de la verdadera  alegría y la plena realización de las propias aspiraciones.

«Proponer las vocaciones en la Iglesia local», significa tener la valentía de indicar este camino del seguimiento de Cristo, capaz de implicar toda una vida.

Es importante incrementar cuanto sea posible «las vocaciones sacerdotales y religiosas, poniendo interés especial en las vocaciones misioneras». El Señor necesita de nuestra colaboración para que su llamada pueda llegar a los corazones de quienes ha escogido.

El Concilio Vaticano II ha recordado que «el deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana». Que las familias estén «animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad», capaces de ayudar a los hijos e hijas a acoger con generosidad la llamada de Dios al ministerio y a la vida consagrada. Los catequistas y animadores de las asociaciones católicas y de los movimientos eclesiales, convencidos de su misión educativa, procuren «cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina».

El esfuerzo en la promoción y cuidado de las vocaciones adquiere plenitud de sentido y eficacia cuando se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al servicio de la comunión. Por eso, cada momento de la vida de la comunidad eclesial—catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los santuarios— es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios, particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente. 

 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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