Decálogo para la paz

¡Levántate, brilla, Jerusalén,

que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

 

Su gloria aparecerá sobre ti;

y caminarán los pueblos a tu luz;

los reyes al resplandor de tu aurora.

 

Para avanzar en el camino de la paz, es necesario educarnos para la paz.  Por eso es importante encontrar criterios que nos conduzcan a la cultura de la paz. Este decálogo puede sernos de gran ayuda:

1.- Es necesario, antes que nada, reconocer el valor y la dignidad inviolable de cada mexicano, de su persona, de su vida y su libertad.  La paz se funda en el respeto a los derechos inviolables del ser humano.

2.- No habrá paz si no impulsamos un desarrollo humano integral: económico, político, jurídico y ecológico en nuestra patria.

3.- Urge construir un consenso amplio y certero para desarrollar la ruta que renueve a México.

4.- Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre.  Encontrar caminos de participación para todos, especialmente para los más necesitados y excluidos.  En nuestro trabajo por la paz urge prestar atención muy especial a las víctimas de la violencia: los secuestrados, viudas, huérfanos, sin distinción de condiciones sociales, económicas, políticas o religiosas.

5.- Lograr el compromiso de los partidos, movimientos políticos y sociales, gremios empresariales o sindicales, el mundo de la academia, para que la marcha hacia la paz no se agote en los esfuerzos de un período de Gobierno, ni se convierta en patrimonio de un sector o de un movimiento, independientemente de su tendencia.

 

6.- El diálogo es una urgencia para nuestro tiempo.  El verdadero diálogo es la búsqueda del bien por medios pacíficos, esforzándose siempre para que los factores de acercamiento prevalezcan sobre los de división y de odio.

7.- Hay que dar a la paz otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar a la humanidad.  Son necesarias, sobre todo, las armas morales.  Cultivemos actitudes de apertura y acogida, de respeto, verdad y justicia.

8.- Todo proceso de negociación exige un rechazo de aquellos  pecados sociales que claman al cielo: el comercio de drogas, el lavado de las ganancias ilícitas, la corrupción en cualquier ambiente, el terrorismo, el armamentismo, la discriminación social, las desigualdades entre los grupos sociales, la destrucción de la naturaleza.

9.- Habrá paz en la medida en que toda la humanidad sepa redescubrir su originaria vocación a ser una sola familia.

10.- Hay principios que no son negociables. La inviolabilidad de los derechos humanos fundamentales, especialmente la vida.  Por tanto se ha de renunciar a la violencia como medio de acción política o camino para sacar ventajas.

 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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