Hay muchos primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros

Martes de la 8va semana del Tiempo ordinario

LECTIO

Evangelio: Marcos 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús respondió: les aseguro que todo aquel que haya dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o tierras por mí y por la Buena Noticia, recibirá en el tiempo presente cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque junto con persecuciones, y en el mundo fu­turo la vida eterna. Hay muchos primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros.

 

ORATIO

Son muchos los propósitos sinceros que siento de amarte, de seguirte con fidelidad, pero naufragan, oh Señor, mientras perdura en mí la ilusión de adherirme a ti, de buscarte al margen de la humanidad pobre y doliente en la que vives. La reticencia mayor aparece en mí cuando intento acogerte en tu Iglesia peregrina, en sus pecadores, en las personas ambiciosas, ávidas de poder, de éxito, de dinero, de prestigio, que se encuentran también entre tus ministros, en sus opciones políticas y en sus titubeos pastorales.

Sé que amas a tu Iglesia, que la lavas con tu sangre y que, a través de tu Espíritu, la conduces a la conversión. Me lo repito siempre, pero cuando debo ser en ella testigo de la misericordia del Padre, que no acepta compromisos, aunque tampoco apaga el pábilo vacilan-te, n-ie da la impresión de estar siempre al comienzo del camino. Cuando te acojo con sencillez, de verdad, sobre todo en los pobres, en las personas débiles, que no cuentan con apoyo humano, todo es diferente. ¡Ese es tu camino! Concédeme recorrerlo contigo de una manera no selectiva ni arbitraria, en caridad de verdad hasta el final.

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

No sé quién —o qué cosa— planteó la pregunta. No sé cuándo fue planteada. No recuerdo qué respondí. Pero una vez respondí que a alguien o a algo. A ese momento se remonta en mí la certeza de que la vida tiene un sentido y de que, por consiguiente, la mía, en sumisión, tiene un fin. Desde ese momento supe qué es «no volverse atrás», «no preocuparse por el mañana».

Guiado en el laberinto de la vida por el hilo de Ariadna de la respuesta, hubo un tiempo y un lugar en el que supe que la vida lleva a un triunfo que es ruina y a una ruina que es triunfo, supe que el precio de apostar la vida es el vituperio y que la posible elevación del hombre es el colmo de la humillación. Más tarde, 1c: palabra coraje perdió su sentido para mí, puesto que no podían quitarme nada.

Más adelantado en el camino, aprendí paso a paso, palabra a palabra, que detrás de cada dicho del héroe de los evangelios hay un ser humano y la experiencia de un hombre. Incluso detrás de la oración en la que pidió que se apartara de él aquel cáliz y detrás de la promesa de vaciarlo. Incluso detrás de cada palabra que dijo en la cruz (Dag Hammarskjöld, Marcas en el camino, Barcelona 1965).

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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