Próxima Jornada Mundial del Enfermo, se realizará en Calcuta, India.
Pastoral de la Comunicación.- Se ha dado a conocer el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo que se celebrará el próximo 11 de febrero en Calcuta, India.
El Obispo de Roma ha subrayado en dicho mensaje que el cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se logra que la persona se sienta “querida”. Y reafirma que “la vida es un don de Dios” con lo cual “la existencia no se puede considerar una mera posesión o una propiedad privada, sobre todo ante las conquistas de la medicina y de la biotecnología, que podrían llevar al hombre a ceder a la tentación de la manipulación del ‘árbol de la vida’”.
Esta próxima Jornada sobre los enfermos, es una llamada urgente frente a la cultura del descarte y de la indiferencia como lo ha denunciado el Papa Bergoglio. En consecuencia, el mensaje reafirma que el don de la vida “se sitúa como el paradigma capaz de desafiar el individualismo y la contemporánea fragmentación social, para impulsar nuevos vínculos y diversas formas de cooperación humana entre pueblos y culturas”.
El Papa escribe que en “el don se refleja el amor de Dios, que culmina en la encarnación del Hijo, Jesús, y en la efusión del Espíritu Santo”. De ahí que “cada hombre es pobre, necesitado e indigente”, desde que nacemos y en cada fase y etapa de la vida. Por eso nunca podremos liberarnos completamente de la necesidad y de la ayuda de los demás”.
A propósito de la solemne celebración de esta Jornada que tendrá lugar en la India, el Santo Padre recuerda “con alegría y admiración” la figura de la Santa Madre Teresa de Calcuta, “un modelo de caridad que hizo visible el amor de Dios por los pobres y los enfermos”. De esta Santa mundialmente conocida, el Pontífice destaca que la misericordia fue para ella la “sal” que daba sabor a cada obra suya, y la “luz” que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento.
Finalmente, el Pontífice llama a actuar con responsabilidad y a responsabilizar a otros, con vistas a un bien que es indisolublemente personal y común. Sí porque si el hombre se concibe como alguien que está ligado a los demás, a los que siente como “hermanos”, “es posible una praxis social solidaria orientada al bien común”.