‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado…

Lunes 14 de marzo 

Lectura 

Evangelio según San Mateo 25,31-46. 

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos losángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones seránreunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastorsepara las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y aestos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha:'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que lesfue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, yustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba depaso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron;preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo tevimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey lesresponderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el máspequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de suizquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fuepreparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, yustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo ypreso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor,¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo opreso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro quecada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos,tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos ala Vida eterna". 

 

ORATIO 

Oh misericordioso, que lloras con nosotros desde las primeras lágrimasde Adán y Eva, rompe con tu mirada la dureza de nuestro corazón.Haznos capaces de recibir y dar tu divina compasión. No permitas quejuzguemos a los demás con nuestra medida tacaña y falsa, sino con latuya, tan longánima y abundante, hasta que nos sintamos deudores detodos, deudores de una caridad cada vez mayor, de una ternura sinlímites. Si, oh Misericordioso, que lloras por nosotros y con nosotros, tú hasvenido a nuestra humanidad desnudo y humillado, pobre y enfermo, soloy rechazado. No permitas que pasemos a tu lado sin mirarte, no dejesque vivamos a tu lado sin reconocerte y amarte. Tú, oh Misericordioso, eres el que carga con nuestro pecado desde la primera caída que noshizo miserables y desgraciados; tú enjugarás nuestras lágrimas,tiernamente, hasta la última lágrima, hasta cambiar en gozo desalvación el llanto de la humanidad entera. 

 

REFLEXIÓN 

Esta página es sorprendente. Jesús mismo pone en labios de losprotagonistas de su parábola, tanto buenos como malos, unas palabrasde extrañeza: ¿cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte? ¿Cuándo tevimos con hambre y no te asistimos? Resulta que Cristo estaba durantetodo el tiempo en la persona de nuestros hermanos: el mismo Jesús queen el día final será el pastor que divide a las ovejas de las cabras y eljuez que evalúa nuestra actuación. Es una de las páginas más incómodas de todo el evangelio. Una páginaque se entiende demasiado. Y nosotros ya no podremos poner cara deextrañados o aducir que no lo sabíamos: ya nos lo ha avisado él. Desde los primeros compases del camino cuaresmal, se nos ponedelante el compromiso del amor fraterno como la mejor preparación paraparticipar de la Pascua de Cristo. Es un programa exigente. Tenemosque amar a nuestro prójimo: a nuestros familiares, a los que trabajan connosotros, a los miembros de nuestra comunidad religiosa o parroquial,sobre todo a los más pobres y necesitados. Tenemos que ir viendo aJesús mismo en la persona del prójimo. El examen no será sobre sihemos robado, sino sobre si hemos visitado y atendido al enfermo. Antesse nos decía: no odies. Ahora se nos dice: ayuda al que pasa hambre.Alguien ha dicho que tener un enfermo en casa es como tener elsagrario: pero entonces debe haber muchos «sagrarios abandonados». 

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila 

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