EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA DE USTEDES
Fiesta de San Lucas Evangelista
Evangelio: Lucas 10, 1-9
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”.
ORATIO
Tú eres, Señor Jesús, mi paz. Ayúdame a comprenderlo no sólo con la mente, sino de un modo existencial, en el orden concreto de las horas vividas no sólo para ti, sino junto a ti. Que yo no caiga en el embotamiento, seducido por seguridades sólo materiales. No permitas tampoco que me deje esclavizar por el legalismo y el formalismo. Concédeme un corazón sereno, vigilante y despierto en el cumplimiento de todo lo que complace al Padre.
Derriba en mí todo muro de división, toda intolerancia y enemistad, toda forma –aunque sea larvada- de prevaricación y desamor. Con tu muerte en la cruz has acogido a todos los hombres en tu corazón, reconciliándolos con Dios dentro del único cuerpo que es la Iglesia. Hazme vivir; pues, reconciliado, en la alegría de llegar a ser «morada de Dios por medio del Espíritu».
CONTEMPLATIO
Ven, luz verdadera.
Ven, vida eterna.
Ven, misterio escondido. Ven, realidad inexpresable. Ven, perenne exultación.
Ven, espera veraz de cuantos serán salvados.
Ven, resurrección de los muertos.
Ven, alegría eterna.
Ven, corona inmarcesible.
Ven, tú a quien mi corazón ha codiciado y codicia. Ven, tú que te has convertido en mi deseo
y has hecho que yo pueda desearte.
Ven, respiración y vida mía. Ven, consuelo mío.
Ven, alegría y gloria y delicia sin fin
(Simeón el Nuevo Teólogo, Inni e preghiere, Roma 1996, pp. 75ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Ven, Jesús. Sé para mí paz y alegría».
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila