Nuestra responsabilidad ciudadana

Ante una cultura fragmentada en su camino hacia la verdad e imposibilitada para encontrarse con el sentido de trascendencia, la auténtica religiosidad abre espacios nuevos para la experiencia humana, necesitada siempre de algo más que respuestas inmediatas, que lo lleven a dar sentido pleno a su existencia.“La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La Doctrina Social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa “carta de ciudadanía” de la religión cristiana”.La misión de la Iglesia no se reduce al aspecto político ni económico; mediante su enseñanza social no entra en cuestiones técnicas, ni propone modelos o sistemas de organización social. Tiene, en cambio, la competencia que le viene del Evangelio: ofrecer el mensaje anunciado y vivido por Jesucristo para la realización plena de todo ser humano que lo acepte y lo reciba.Es una urgencia impostergable para los fieles laicos que su vida de fe se transforme en responsabilidad y creatividad ciudadanas. Son ellos quienes deben llevar al corazón de la cultura y de las instituciones la nueva humanidad que Cristo manifiesta y propone.Para ello, es urgente que existan nuevas formas de presencia organizada de los fieles laicos en la vida pública, que permitan construir ciudadanía, contribuir con el bien común y mostrar que la fe puede ser vivida y proclamada al interior de las realidades seculares, respetando la diversidad de otros pensamientos.Además, todos como Iglesia, debemos colaborar a construir nuevas formas de acompañamiento pastoral para quienes son protagonistas en la construcción de la sociedad en ámbitos decisivos como son el político, económico, social y educativo.Todo movimiento y agrupación de fieles laicos debe ser una auténtica escuela para vivir la fe al servicio del mundo, transformando sus estructuras a la luz de las exigencias del Evangelio. 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila  

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