Construir el Reino de Dios

Hoy celebramos la fiesta de Cristo Rey y con ella concluimos el año litúrgico.

El Reino de Cristo es un "reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, el amor y la paz". Todo lo que en el mundo hay de verdad o de vida, todo lo que el hombre es capaz de vivir de santidad y de gracia, toda realidad o todo esfuerzo de justicia, de amor, de paz… esto es el Reino de Dios.

Y esta es la tarea de Jesucristo: anunciarnos que todo esto tiene la fuerza y la consistencia de Dios. Decírnoslo y a la vez impulsarnos por un camino de búsqueda, y de lucha por todo ello, comunicándonos, además, la gran esperanza de que todo eso que nosotros ahora vivimos precariamente, Dios quiere que lo consigamos con plenitud y para siempre.

Por eso nosotros los cristianos debemos ser unos apasionados del reino. Apasionados por conseguir que el hombre viva con más verdad y vida, más santidad y gracia, más justicia, amor y paz. Y apasionados también por celebrar ahora, por vivir con alegría, lo que de todo eso hay ya en nuestra vida, porque todo eso es de Dios.

Este Reino de Dios no es una exclusiva de los cristianos. ¿Acaso no hay justicia, amor o santidad, en hombres no cristianos?

Lo que caracteriza a los cristianos no es la exclusiva del Reino (sería intentar reducir a Dios a una propiedad nuestra) sino la convicción que nos comunica Jesús que nos enseña el camino hacia el Reino, su impulso, su gran esperanza.

Él es para nosotros la puerta, el pastor, el guía, la luz y la fuerza. Por eso sus métodos deben ser nuestros métodos.

Ahora, en la Eucaristía, después de nuestra acción de gracias en la plegaria eucarística y antes de comulgar, diremos juntos el Padrenuestro. Lo diremos juntos nosotros y lo dirá con nosotros nuestro Rey Jesús, presente en nuestra asamblea. Con él y como él, pediremos al Padre que venga su Reino. Y pedirlo significa que estamos dispuestos a trabajar en ello, con todo empeño, con todo esfuerzo, pero siempre según los métodos y el camino del Rey Jesús: con respeto y comprensión para todos.

 

Mons. Salvador Cisneros

Párroco de Santa Teresa de Ávila

 

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