RUEGUEN, POR TANTO, AL DUEÑO DE LA MIES QUE ENVÍE OBREROS A SU MIES
San Miguel, Gabriel y Rafael, arcángeles
Evangelio: Lucas 10,1-12
En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar. Y les dio estas instrucciones:
La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡En marcha! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saluden a nadie por el camino. Cuando entren a una casa, digan primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, la paz vendrá sobre ellos; si no, se volverá a ustedes. Quédense en esa casa y coman y beban de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa.
Si al entrar en un pueblo los reciben bien, coman lo que les pongan. Curen a los enfermos que haya en él y díganles: Está llegando a ustedes el Reino de Dios. Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la plaza y digan: " Hasta el polvo de su ciudad que se nos ha pegado lo sacudimos y se lo dejamos. Sepan de todas formas que está llegando el Reino de Dios. Les digo que el día del juicio será más tolerable para Sodoma que para ese pueblo.
ORATIO
Hoy, Señor Dios mío, te voy a rezar con las palabras que tú mismo me has dado para dirigirme a ti. Te alabo con el salmista por el don precioso e incomparable de tu Palabra:
«Tu Palabra es antorcha para mis pasos y luz para mis sendas.
Lo he jurado y lo haré: cumpliré tus justos mandamientos.
Estoy hundido en la miseria, Señor, dame vida según tu Palabra.
Acepta, Señor, mi ofrenda, enséñame tus mandamientos. Mi vida está siempre en peligro, mas no olvido tu ley. Aunque los malvados me tiendan una trampa, no me apartaré de tus decretos. Tus preceptos son por siempre mi herencia y la alegría de mi corazón.
Inclino mi corazón a ejecutar tus normas, mi recompensa será eterna». Amén.
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila