El Sembrador

Sábado  18 de septiembre

Evangelio: Lucas: 8, 4-15.

En aquel tiempo, se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, una parte de la semilla cayó al borde del camino, la pisaron, y las aves del cielo se la comieron. Otra parte, cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco, cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arranca la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la tentación fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto gracias a su constancia». 

 

ORATIO

Concédenos, oh Padre y Dios de la vida, mantenernos disponibles a tu plan de salvación y amor. Concédenos acoger tu Palabra de verdad y de paz, tras haberla reconocido en los acontecimientos y en las personas que encontramos en nuestra vida diaria. Y haz que, custodiándola en el corazón, siguiendo el ejemplo de la Virgen, nuestra Madre (c f. Lc 2,19), podamos dar frutos que se asimilen a los «pensamientos y sentimientos de Cristo» y, por consiguiente, de caridad con el prójimo de cada día. 

 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila

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