Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí.
Viernes de la cuarta semana de pascua
LECTIO
Evangelio: Juan 14,1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así, ya os lo habría dicho; ahora voy a prepararas ese lugar. Una vez que me haya ido y os haya preparado el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar donde voy a estar yo. Vosotros ya sabéis el camino para ir adonde yo voy. Tomás replicó: Pero, Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le respondió: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí.
ORATIO
Sostén, Señor, mi corazón vacilante; tú mismo ves lo difícil que es no quedar preso del asombro en este mundo que parece haber olvidado incluso que has venido a nosotros. Tú mismo estás viendo cómo estamos destruyendo, en unos pocos decenios, un patrimonio espiritual acumulado durante siglos mediante un tenaz trabajo misionero y pastoral. Tú mismo estás viendo cómo envejecen tus fieles, sin que lleguen demasiados refuerzos, cómo disminuye la práctica religiosa y el número de vocaciones, cómo se disgrega la familia, cómo son considerados tus fieles con cierta suficiencia.
Sostén, Señor, mi fe vacilante, porque no quiero abandonarte a ti, que eres todo para mí. Sostén esta débil esperanza mía, que quisiera ver el nuevo milenio ilumina' do por tu verdad. Sostén la cada vez menos vívida llama del amor por mis hermanos, a los que quisiera hacer el supremo regalo de dar testimonio de ti como el único que pone en contacto con el Dios vivo y verdadero.
Haz que las palabras que dijiste a Tomás venzan todo mi desánimo y triunfen sobre mi debilidad. Porque estoy seguro de que eres tú quien tiene la última palabra: «A ti, Señor; me acojo; no quede yo avergonzado para siempre» (cf. Sal 71,1).
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila