Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré

LECTIO

Evangelio: San Mateo 11,25 -30

 

En aquel tiempo, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana». 

 

REFLEXIÓN

 

Los cristianos que celebran la festividad del Sagrado Corazón de Jesús no sospechan por lo general cuánto ama Dios a cada hombre. Tanto que algunos santos han llegado a decir que Cristo habría muerto también en la cruz si sólo hubiera tenido que salvar a una única persona. La idea nos parece un tanto descabellada, pero saca su justificación de la parábola de la oveja perdida. Y con no menos énfasis que la preocupación por la oveja descarriada se describe la alegría que se produce cuando se la encuentra. En todo caso se puede decir con seguridad que cada una de las noventa y nueve ovejas es amada por el Buen Pastor de la misma manera: todas ellas son los pecadores por los que Jesús muere en la cruz, no como masa anónima, sino como personas irrepetibles.

 

ORATIO

 

Señor, de ti procede el río que alegra a la ciudad de Dios. Recrea con el agua de este deseable torrente los resecos labios de los sedientos de amor, para que con voz de regocijo y gratitud te cantemos himnos de alabanza, probando por experiencia que en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz (SAN BUENAVENTURA)

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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