Vísperas – LUNES III SEMANA DE PASCUA 2020

Lunes, 27 de abril de 2020.

 

  1. Dios mío, ven en mi auxilio.
  2. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

Nuestra Pascua inmolada, aleluya,

es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.

Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,

el mundo renovado

canta un himno a su Señor.

Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!

La muerte, derrotada,

ha perdido su aguijón.

Pascua sagrada,

 

¡oh noche bautismal!

Del seno de las aguas

renacemos al Señor.

Pascua sagrada, ¡eterna novedad!

Dejad al hombre viejo,

revestíos del Señor.

Pascua sagrada. La sala del festín

se llena de invitados

que celebran al Señor.

Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!

Vivamos la alegría

dada a luz en el dolor.

 

Salmodia

Antífona 1: Será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.

 

Salmo 122

 

El Señor, esperanza del pueblo

 

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, ¡Señor, Hijo de David!». (Mt 20,30)

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

 

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,

 

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Antífona 2: La trampa se rompió, y escapamos. Aleluya.

 

Salmo 123

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

 

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo». (Hch 18,9.10)

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

—que lo diga Israel—,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

en presa a sus dientes;

hemos salvado la vida, como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió, y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Antífona 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.

 

Ef 1,3-10

 

El Dios salvador

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

recapitular en Cristo todas las cosas

del cielo y de la tierra.

 

Lectura Breve

Hb 8, 1b-3

 

Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Él es ministro del santuario y de la verdadera Tienda de Reunión que fue fabricada por el Señor y no por hombre alguno. Todo sumo sacerdote es instituido para ofrecer oblaciones y sacrificios.

 

Responsorio Breve

  1. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
  2. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
  3. Al ver al Señor.
  4. Aleluya, aleluya.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

Canto Evangélico

Antífona: Ésta es la obra de Dios: que creáis plenamente en aquel que él ha enviado. Aleluya.

 

Magníficat Lc 1, 46-55

 

Alegría del alma en el Señor

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

—como lo había prometido a nuestros padres—

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Con espíritu gozoso, invoquemos a Cristo, a cuya humanidad dio vida el Espíritu Santo, haciéndolo fuente de vida para los hombres, y digámosle:

Renueva y da vida a todas las cosas, Señor.

Cristo, salvador del mundo y rey de la nueva creación, haz que, ya desde ahora, con el espíritu vivamos en tu reino,

— donde estás sentado a la derecha del Padre.

Señor, tú que vives en tu Iglesia hasta el fin de los tiempos,

— condúcela por el Espíritu Santo al conocimiento de toda verdad.

Que los enfermos, los moribundos y todos los que sufren encuentren luz en tu victoria,

— y que tu gloriosa resurrección los consuele y los conforte.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Al terminar este día, te ofrecemos nuestro homenaje, oh Cristo, luz imperecedera,

— y te pedimos que con la gloria de tu resurrección ilumines a nuestros hermanos

difuntos. Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su propia vida, somos hijos de Dios y por ello nos atrevemos a decir:

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre, y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Conclusión

  1. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
  2. Amén.

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