Vísperas – LUNES SANTO 2020

Lunes, 6 de abril de 2020.

 

  1. Dios mío, ven en mi auxilio.
  2. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

Victoria, tú reinarás.

¡Oh Cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado, muriendo, nos rescató;

de ti, madero santo, nos viene la redención.

Extiende por el mundo tu reino de salvación.

¡Oh Cruz fecunda, fuente de vida y bendición!

Impere sobre el odio tu reino de caridad;

alcancen las naciones el gozo de la unidad.

Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;

el río de la gracia apague la iniquidad.

La gloria por los siglos a Cristo libertador,

su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión.

 

Salmodia

Antífona 1: Sin figura, sin belleza, lo vimos sin aspecto atrayente.

 

Salmo 44,2-10

 

Las nupcias del Rey

 

¡Que llega el Esposo, salid a recibirlo! (Mt 25,6)

 

Me brota del corazón un poema bello,

recito mis versos a un rey;

mi lengua es ágil pluma de escribano.

 

Eres el más bello de los hombres,

en tus labios se derrama la gracia,

el Señor te bendice eternamente.

 

Cíñete al flanco la espada, valiente:

es tu gala y tu orgullo;

cabalga victorioso por la verdad y la justicia,

tu diestra te enseñe a realizar proezas.

Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,

se acobardan los enemigos del rey.

 

Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,

cetro de rectitud es tu cetro real;

has amado la justicia y odiado la impiedad:

por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido

con aceite de júbilo

entre todos tus compañeros.

 

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,

desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina,

enjoyada con oro de Ofir.

 

Antífona 2: Le daré una multitud como parte, porque expuso su vida a la muerte.

 

Salmo 44,11-18

 

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el rey de tu belleza:

póstrate ante él, que él es tu señor.

La ciudad de Tiro viene con regalos,

los pueblos más ricos buscan tu favor.

 

Ya entra la princesa, bellísima,

vestida de perlas y brocado;

la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,

la siguen sus compañeras:

la traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real.

 

«A cambio de tus padres, tendrás hijos,

que nombrarás príncipes por toda la tierra.»

 

Quiero hacer memorable tu nombre

por generaciones y generaciones,

y los pueblos te alabarán

por los siglos de los siglos.

 

Antífona 3: Dios nos ha concedido generosamente su gracia en su querido Hijo; por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención.

 

Ef 1,3-10

 

El Dios salvador

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

recapitular en Cristo todas las cosas

del cielo y de la tierra.

 

Lectura Breve

Rm 5, 8-9

 

Dios nos demuestra el amor que nos tiene en el hecho de que, siendo todavía

pecadores, murió Cristo por nosotros. Así que, con mayor razón, ahora que hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él de la cólera divina.

 

Responsorio Breve

  1. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  2. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  3. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
  4. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

 

 

 

Canto Evangélico

Antífona: Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

 

Magnificat Lc 1, 46-55

 

Alegría del alma en el Señor

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

—como lo había prometido a nuestros padres—

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Adoremos a Jesús, el Salvador del género humano, que muriendo destruyó nuestra

muerte y resucitando restauró la vida, y pidámosle humildemente:

Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.

Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,

— para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,

— para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.

Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,

— para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,

— concede a tus fieles obediencia y paciencia.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,

— y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.

Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al Padre:

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil

esperanza con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Conclusión

 

  1. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
  2. Amén.

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