Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”
Martes
Evangelio: Lucas 21,5-11
En aquel tiempo, al oír a algunos que hablaban sobre la belleza de las piedras y exvotos que adornaban el templo, dijo: Vendrá un día en que todo eso que ven quedará totalmente destruido; no quedará piedra sobre piedra. Entonces le preguntaron: Maestro, ¿cuándo será eso? ¿Cuál será la señal de que esas cosas están a punto de suceder? Él contestó: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
ORATIO
Oh Señor, ayúdame a establecer una sabia relación con el tiempo: no una relación atrincherada en el pasado, que ya no es, ni una relación perdida en el futuro, que todavía no es. Haz que toda mi energía se dirija al presente para dar significado a toda acción y para valorar cada acontecimiento, de suerte que esté en sintonía con tu designio y sea capaz de transformar en novedad lo que puede correr el riesgo de ser rutina. Hazme comprender cuán discreto es el que sabe «perder el tiempo» en admirar una puesta de sol, en escuchar el mensaje de una hoja caída, en observar un hormiguero en acción, en contemplar un rostro bello, en consolar a quien lo necesita… En suma, en estar receptivo a todo lo que existe.
Sé que la vida es una misión de la que deberé rendir cuentas: haz que permanezca vigilante para que -como decía Pascal- no me haga culpable de dejar correr el tiempo como un niño deja correr la arena entre sus dedos.
Oh Señor, haz que tus palabras, «Estén preparados para cuando venga», caminen siempre delante de mí.
Mons. Salvador Cisneros G.
Parroquia Santa Teresa de Ávila